25 de enero de 2015

Mafalda, Susanita y el mundo

Mujer





Mujer Si te han crecido las ideas
de ti van a decir cosas muy feas
que, que no eres buena, que, que si tal cosa
que cuando callas te ves mucho más hermosa
Mujer, Espiga abierta entre pañales
cadena de eslabones ancestrales
ovario fuerte, dí, di lo que vales
la vida empieza donde todos son iguales
Angela Jean, o antes Manuela
mañana es tarde y el tiempo apremia
Mujer si te han crecido las ideas
de ti van a decir cositas muy feas
cuando no quieras ser incubadora
dirán: No sirven estas mujeres de ahora
Mujer, semilla fruto, flor camino
pensar es altamente femenino
hay, hay en tu pecho
dos, dos manantiales
fusiles flancos
 y no anuncios comerciales.

 Gloria Martín

20 de enero de 2015

8 de enero de 2015

Waking Life - Despertando a la vida

Haga Clic en el siguiente enlace para ver la película: http://vimeo.com/68014031

¡A Rumiar!



En el 2015 inicimos un viaje mágico al corazón de cada una y uno que se suman al blog, de la mano del viento, el agua, la tierra y el fuego; cuestionaremos nuestros sueños, les pondremos raíces y alas de cielo para aterrrizarlos a la tierra y a nuestro entorno... 

¡Que nuestro paso por pachamama sea historia presente viva!

La libre expresión; es el mapa,  las preguntas son las compañeras de éste bello sendero, los acompañantes serán aquellas huellas que harán camino...

¡A rumiar, compañer@s de camino, que la gran madre nos abrace y con nuestros pasos transformemos nuestro entorno en el vivir de la acción, sentir y rumia cotidiana!

5 de enero de 2015

¡Se busca rol DESCALZO!




"¿Cómo se convierte la niña en mujer, si es que lo hace?
Su deseo…es el deseo de un deseo insatisfecho."[1]



Andando, nadando, viajando, sonriendo, murmurando, sintiendo, respirando, estudiando, construyendo, reflexionando, caminando, rodando, liberando, destruyendo, asumiendo, fotografiando, pintando, dibujando, soñando, amarrando, soltando, vomitando, levantando, suspirando, transpirando, escalando, buscando, bajando, corriendo, saltando, madrugando, trasnochando, exprimiendo, viendo, saciando, investigando, apropiando, desapropiando, eligiendo, equivocando, despeinando, embelleciendo, enloqueciendo, usando, recreando, creando, creciendo, superando, cortando, filmando, alucinando, degustando, disfrutando, comiendo, alimentando, cerrando, abriendo, desapareciendo, apareciendo, desprendiendo, abandonando, luchando, actuando, pensando, volando… viviendo, muriendo también a cada instante; pero viviendo para nacer.  Ya no quiero parir esqueletos llenos de polvo y gusanos que van oxidando la poca carne que siempre tuve como masa muscular… viviendo; no vale sobrevivir.

¿La mujer? Se pregunta aún la niña, sin querer vérselas con el espejo a la mañana siguiente. Piensa, mientras se lava los dientes: “estoy en grado 11 y ya debo buscarme un oficio, algo para subsistir” ¿sobrevivir? Se pregunta a regañadientes y al tocar en su bolsillo; encuentra un objeto metálico de cualquier forma, menos, de superficie plana, con cara de presidente muy muerto talladita en la medida y con valor desde la puerta de su casa hasta el mundo exterior, no era una moneda.


¿La mujer? Se cuestiona de nuevo la niña, sale a la calle, recorre todo el centro de su ciudad; toma tres o cuatro fotos que no se fijó como quedaron; ella estaba paralizada, mirando la histeria de la calle en la que nunca vivirá; la niña por fin camina, deja de sorprenderse y se dirige hacia la izquierda, observa una alcantarilla infestada de podredumbre, llena de ratas polvorientas; pero, hay un ser pequeño que se esconde, es un niño que se droga. La niña se sorprende de nuevo, busca un vaso de agua que le quite lo mareada; va y vuelve a ver al niño que la mira sin esperanza; la niña se recorre y no halla respuesta a la pregunta que le retumba en la mente ¿La mujer? Y la otra… ¿sobrevivir?


“Se pregunta la niña por la mujer, la sociedad le exige a la niña ser mujer”. Eso, escribió en el cuaderno de ética la niña y sigue la conversación con sus compañeras de clase; estábamos todas, lo juro muchachas, no fue un sueño; la profe tulita nos dijo que debíamos llegar vírgenes al matrimonio; Tomasita es la otra profesora que nos angustia, nos dijo que éramos las mamás de pasado mañana ¿Entonces, mañana quedaríamos aquí para nosotras y pronto estaremos disponibles solo para cuidar de otros seres? Y la niña se pregunta ¿matrimonio? ¿Un hijo, dos hijos, tres abortos, un marido, rulos, un simple oficio? ¡Sin emoción! Y desanimada grita… “¡DIABLOS, SIN MÍ!”. Olvidemos el tema muchachas, no vale la pena, aún somos niñas para comportarnos como la sociedad de los “machos” dicta. ¿Educan mujeres o hacen madres las maestras nuestras?


¿La mujer, sobrevivir, el matrimonio, la maternidad, ama de casa? Se pregunta la niña, está vez. Es de noche, peina su cabello y piensa en el descabellado chiste de la clase de sociales del día anterior. “A Anita no le gustó el chiste”; especulaba, “seguro que se sintió aludida con eso de entregarse eternamente a un amor idílico; ella piensa siempre en Pablito, dice que la hace sentir conforme, seguro sintió que la cuestionaban porque dice que se muere si Pablito se va. Anita sueña con sobrevivir; ser secretaria y dedicarse a sus hijos, cuando Pablito pueda mantener la casa, ese día dejará de trabajar en la empresa que la contrate como secretaria y luego; para el resto de su vida, planea ser ama de casa, lavar, planchar, fregar el piso, tomar el té con dos amigas entre las cuales nunca estaré, jugar a la canasta con sus dos amigas, cuidar los niños; envejecer, si algo extraordinario no se lo impide y morir. Por lo menos de secretaria le pagaban y de pronto alcanzaba eso de los jubilados; sobre todo, podría hasta soñar con vivir y sentir pensando sin depender de pablito. Eso que quiere Anita, eso es sobrevivir… ¡DIABLOS, Y SIN ELLA; SE VA A EXILIAR DE SU MENTE Y SU CUERPO! Piensa la niña, sin dejar de peinar su hermosa cabellera negra y larga; así como la de las mujeres que muestran en las revistas de mujeres… ¿Y, si Pablito abandonara a Anita? Piensa la niña, terminando de peinar su cabellera, como de mujeres de comercial publicitario que exponen como rayo gramas fantasmagóricas, para venderles algún producto de “belleza” a las mujeres.


¿La mujer? Dice la niña; ahora va por el parque de los salvajes, mira como todos son huraños y no hablan más que entre ellos; pero eso es una simple máscara para resguardarse… “esos salvajes del parque, se me hacen extraños, “posee” cada uno tres mujeres para saciar la ansiedad que suelen producir en ellos las drogas que los vuelve sonámbulos”… ¿La mujer? Dice en voz alta, muy alta de verdad; los salvajes voltean y miran sus ojos llorosos sin decir nada; la niña se marcha al colegio con cara de quien se confunde y no alcanza a pensar en su tarea de ciencias sociales…
- “Ahora sí, entiendo menos que antes… ¿la mujer?”…


La niña se sienta a las 6:00 Am en los alrededores de la “cárcel”; sabiamente con paciencia, espera a que se abran las puertas para salir corriendo hacia la piscina e ir a la casita del teatro. Se decide seriamente a pensar en su tarea de ciencias sociales, se obliga a pensar; pero es inútil, no comprende que rol podría tener una niña como ella en una sociedad como esta.


El timbre interrumpe su rumia. Ella, va a su salón de clases, luego de tres minutos de estar en la horrenda jaula de clases, llega la algarabía de las chicas compañeras; en ese momento, le parecía horrible tener que estar allí encerrada; el lugar, no le permite pensar en su tarea y su tarea no le aprueba pensar en otra cosa que en la mujer… la mujer la pone a pensar en ella misma y ella, no sabe que pensar sobre ella; la niña, tiene cara como de quien anda buscando un sola respuesta para el millar de preguntas que surgen en su cabeza. Mientras tanto; el profesor escribe en el tablero de clase: “Mayo 15 de 2006, tema: avance “rol descalzo” evaluación: consideraciones escritas sobre el rol descal…” niiiiiiiiiik; de repente, se quiebra la tiza, se deshace en las manos del intrépido profesor que la ha puesto en el gran aprieto de pensarse y buscarse un rol que va a desempeñar en la sociedad…


La niña piensa en inventarse cualquier cuento, algo así como que se decide a ejercer de enfermera, aun odiando el olor a sangre; esto, solo para salir de la tarea… La niña, piensa que le quedará imposible escribir en 15 minutos un cuento salido del realismo mágico, lleno de mariposas venidas de macondo o no importa de dónde; pero necesita un cuento, no un cuento chino… Esos, ya se los sabe todos el profesor. La niña, sale como espectro que se fuga del demonio. Entra al baño, lava su rostro, y se da cuenta que no es una pesadilla; no ha reflexionado su deber escolar y eso que la niña, nunca falta con un trabajo académico.


Son esos salvajes del parque que no me han dejado pensar… dice la niña; no sé, pero también es Anita, sobrevivir, el matrimonio, la maternidad, la posibilidad de ser ama de casa. Replica a solas, mirándose en el espejo del baño de un colegio que al final de año desaparecerá para su vida… piensa silenciosamente, se dirige de nuevo a la fatal clase sin trabajo realizado. Seguro el de los chistes me va a poner cero; y yo pensando que ya casi me disparan para allá, al exterior. En esta enorme prisión, me gusta estar, me siento segura. Sigue caminando silenciosa por el largo corredor, VE cada sombra que encuentra en su camino, solo las VE, no puede mirar nada de verdad… ¿la mujer, pensar en mi mujer, en yo mujer… mujer… mujer… yo ni siquiera puedo ver? Dice murmurando entre sus dientes; no como cantando una pregunta, sino como preguntando una canción recién inventada por ella y para ella, de esas que no ganan Grammy, las que apaciguan polillas…


Llega al salón espeluznante, donde no puede pensar en nada de lo que se diga allí, porque está pensando en todo lo que con su corta estadía había visto allá, en el lugar que Anita se conoció con Pablito y se embruteció, donde estaban los salvajes, las bestias; allá, donde la ley es sobrevivir y la generación presente se prostituye de mil formas; pero eso no importa a los ojos de nadie.


“Al final, esas mismas momias que tratan de semejar a lo que se conoce como mujer; lo logran, se parecen demasiado y me confunden; en algunos soplos, pienso que son mujeres de verdad. Terminan siendo madres de hijos sin amor, mal tratadoras ahora no de sí mismas; de un hijo, dos hijos, cinco abortos; a los que sin importar el desamor tirado todas las mañanas en un huevo frito pero frío, les hace un festín en su bautizo, otro en su primera comunión, también agasajan juntos los cumpleaños y para el funeral; sino ha muerto, cuando su hijo sucumba, hará una gran tragedia mezclada con drama, para darle una despedida digna de un "hijo amado" ¿LA MUJER?”...


Indivisibles los presentes; miran a la niña; como si les recordara a una ansiosa gata buscando en su cabeza algo para inventarse ante el chistoso y sarcástico profesor de los escenarios de la sociedad entera; que el norte, el sur, el oriente, occidente; el educador imprudente, se acerca a la niña y dice: hola niña… llega niña, llega niña, llegallegallegallegallegallega… ¡NIÑA! Ella interrumpe con apuro y dice: “la niña llegó y piensa que: allí miraba y allá veía”… ¿Me entiende profesor? Con asombro y confusión, nadie prestó atención, el profesor no respondió y la niña silenció.


Rebota de su extenuante jornada académica; con precaución, diría ella; pero realmente juguetea: ¡muerta del miedo! Sigue sin desviarse del recorrido diario en la ciudad de siempre. Esta vez, su camino está lleno de payasos; está inmersa la niña en un gran carnaval de colores enigmáticos…
- ¿La mujer? Pregunta; a la vez, ve una payasa que no sonríe, la sigue con la mirada, siente que su rostro la representa; la payasa tiene una lágrima que corre su maquillaje de acto. La niña; la sigue, la hostiga, la observa pero la payasa huye a la multitud pintoresca y desaparece.


La niña, abre los ojos; el frenazo del bus que vale mil quinientos pesos, casi la tira hasta la registradora para avizorarle que ya está por llegar a casa; entonces, la payasa no existe, ni el circo –carnaval. Todo se ha ido en un sueño, ese valió mil quinientos pesos… Ojalá las pesadillas no sean tan caras, me gustaría que las pesadillas fueran gratis para las niñas. Dice con voz débil, mientras se baja del aparato gigante que se derrite en sus ojos y el conductor acelerado, le ruega que no demore en bajar; “como si fuera incuestionable lo que miro, como si el bus en realidad fuera a derretirse como yo”. Piensa la niña; con su pie aferrado al piso…


Los salvajes son los culpables de todo… ¿cómo pueden tener tantas musas, los duendes nocturnos que nada saben de mujeres, sólo son musas esas momias que se plantan la noche entera con ellos? No, es culpa de la idea absurda del profesor terco que quiere avisarme que mi vida en unos meses cambiaría radicalmente; sería bueno evadir el tema; de nuevo piensa en el cuento que va a inventar… Pero se detiene por fin y con una seguridad absoluta frente a su espejo; mira su hermosa cabellera y luego se fija en su rostro, es igual al rostro de la payasa que bailaba triste en el carnaval…


¡Qué sueño tan caro! Voltea a la derecha, se dirige a su ventana; es precisamente el atardecer o después del atardecer. Toma dos fotografías a través del vidrio, no se fija nunca como quedan sus fotografías, tampoco sabe para qué van a servirle, simplemente las toma… Se dirige a su escritorio y pesca una pequeña agenda; luego recoge del piso un marcador, decide dejar de nuevo la libreta sobre el escritorio, se dirige a la ventana para escribir lo que se sobrevenga en la pared del lado… Corre la cortina y comienza a escribir:
-“El atardecer… y la ciudad de los colores; la tarde, una payasa, colores, colores, colores… Muchas texturas también; sombras, a la hora del atardecer; el sol ya no está, hace algunos minutos permanecía ahogándome de luz.


El ensombrecer; la ciudad lo debe hacer sentir muy orgulloso, es el único con el poder de hacerlo; pero, es como si alguien bajara el telón, no hay nadie; el sol, el circo de mil colores y la niña observando desde su ventana… Sería triste, ser una marioneta, querer dejarse manejar y que el telón se baje y no haya luz… La payasa, por eso seguro estuvo triste ésta tarde, no había luz en mi sueño. El sol, se fue después de ahogarme de fosforescencia; y yo, quedé aquí impregnándome de noche, con esta cabellera y este rostro de niña de atardeceres y sueños tardíos como sus pensamientos; esos sueños caros y sin raíces fuertes para sostenerse en el mundo concreto… Las ideas, ya no llegan; preguntas sin respuestas me acosan.


Debo ser mujer y ahora solo me alcanza el presupuesto para una quimera carísima; en el bus, a pesar de pagar de contado no me alcanzó para ponerle luz a mi sueño, consumiendo soñadas… Si se enterara mi madre me diría: ‘esos gustos tan caros solo son para los que piensan que la vida es fácil, un sueño por mil quinientos… ¡Jummm! Para mañana ni lo piense, no alcanza el presupuesto para esos placeres’… Y yo que nunca he pensado que la vida es fácil, ojalá lo rumiara a veces; seguro así me pondría en el escritorio a hacer la tarea para el chistoso de humor refinado…”


¿La tarea? ¡Es para mañana, aún no he inventado un cuento para el de los chistes! Dice la niña; dejando su marcador y con preocupación, intenta escribir en su libreta… “El rol, el rol…” No pasa de dos sílabas, es increíble… Piensa… Soy una analfabeta, cualquiera podría inventarse un cuento y presentar la tarea para ciencias sociales, es un deber del colegio debería ser algo sencillo para mí que soy número uno en hacer las tareas más complicadas de física y química… Eso de las formulas es muy fácil; ojalá la vida fuera un caso de factorización, me gustaría usar trigonometría para decirle al de las ciencias sociales que todo está fríamente calculado en mi vida, que nadie podría desequilibrar un triángulo equilátero como yo, también le podría calcular la pendiente de mis sentimientos, explicarle mis sueños a partir de una ecuación, mostrarle las estadísticas perfectamente controladas por mi cerebro para que todo salga como la probabilidad lo diga, si la vida me pareciera cálculo, sería muy fácil de explicar mi rol…


¿Yo mujer? ¿La mujer? ¿Mi mujer?... mujer… mujer… mujer… dice la niña de la cabellera resplandeciente; está hablando dormida… “Mi rol como mujer en la sociedad: querido profesor, no quise inventar un cuento para decirle que quería ser una mujer que no quiero ser; enfermera, secretaria, ama de casa, ingeniera, médica, veterinaria, prostituta, madre, esposa, hermana, amiga; en éste momento presente no entiendo el rol de las mujeres que veo en la calle; esto no es un trabajo académico, usted puede ponerme 0; pero yo no puedo mentirle, prefiero tener 0, es una carta para usted; tal vez, pueda hablar conmigo para que me explique lo que es una mujer; yo, no entiendo, he tratado de pensar una y mil veces en la tarea donde debo expresar qué rol me gustaría desempeñar como mujer en la sociedad de hoy; se lo aseguro, hasta escribí en un muro, pero tampoco funcionó, no pude hallar una, en ninguna parte; ni siquiera pagando mil quinientos por un sueño pude topar con una sola Mujer.


A mí, me parece que se están haciendo las de la vista gorda ante sí mismas, profesor me preocupa pensar que la mujer aún no existe; yo vi momias, sombras, fantasmas; casi todas tienen el mismo oficio que mi madre, les debe parecer divertidísimo el plan de seguir jugando a las muñecas, a mí ya me aburrió eso de andar inmovilizándome en otros y aunque respeto que lo quieran hacer, "¡yo no quiero re-producir historia muerta! Esa, donde la mujer es un re-productor biológco, donde la miseria y la guerra reciben hijos para machacarles la cabeza, ponerles un fusil y envíarlos al exterminio de hermanos. Quiero ser fertil, abonar la vida a mi manera"; hay otras mujeres que se mantienen con los salvajes de ese parque que queda a dos cuadras del colegio ¿Lo ha visto usted también? Yo, no pude entender por qué ellas son tan zombis como los salvajes. Anita por su parte, parece atontada por Pablito; la niña del cuarto piso de mi edificio le cuento que, decidió irse de monja; hay una reina de belleza en mi barrio, una dama con cara de pudor y de “buen físico”. Trabaja en uno de esos chat eróticos que hay en la internet, lo sé, porque se lo comentó a don Beto el señor de la tienda; lo escuché, un día que compraba algo de chocolate, disponiéndome a obligarme escribir ese cuento que me formulaba inventar para engañarlo y sobre todo, para falsearme unas alas.


Además; le acuso a las profesoras Tulita y Tomasita, porque por culpa de ellas estoy aterrorizada. Me dijeron que una mujer debía ser mamá y que eso tenía que ser para pasado mañana. Aseguran que por mandato divino debería la mujer reprimir su deseo sexual hasta casarse, pero a mí no me gusta esa idea del matrimonio. Determinan a la mujer a asumir el rol de madre, mientras sé que hay compañeras en el salón que abortan porque nunca nos hablaron en el colegio de sexo, de planificar, menos de autoestima; tampoco nos enseñaron a soñar gratis, la gratuidad solo está permitida para las pesadillas. Mi madre me dice que soñar sale caro y que eso es para gente que quiere vivir fácil, la abuela tampoco contó ninguna historia valiente que me hiciera sentir orgullosa de mi condición de mujer; bueno, supongo que esa historia es que yo estoy viva, pero la abuela murió-viviendo muy triste; y yo, tampoco quiero eso para mí.


Yo creo que la payasa, no disfrutaba del carnaval gigantesco en el que andaba sumergida; vi profesor, como el atardecer caía sobre ésta enorme carpa de circo de mil colores. Yo quería realismo mágico para el cuento que me iba a inventar diciendo que me gusta ver sangre, enterrar agujas a los pacientes que serían mis víctimas y que esperaría siempre con la misma pasión a la próxima víctima, me iba a pintar de enfermera; pero no armoniza, eso tampoco es realismo mágico; no pude, aunque ya sabe que tengo capacidades literarias y podría sostener la mentira hasta el fin de año; así, acorralada por el gran circo, seguro si pensaría en serio lo de asumir un rol en la sociedad, no pasó justamente de esa manera porque no pude mentirme a mí misma con mariposas de Macondo, ni con libélulas de Mompox. Créame profesor que yo lo intenté, mil veces quise escribir. No me siento una mujer, si una mujer es lo que veo todos los días en las calles de este circo; no quiero embrutecerme, someterme, maltratar mi cuerpo, no tener el carácter suficiente para decir lo que siento y pienso, me niego A NO SER yo misma la que camine las avenidas encontradas… Profesor, si pregunta por mi profesión universitaria, yo podría decirle que mi deseo es creador, podría desempeñarme en el campo opuesto al de la beligerancia y la destrucción; prometo desde el silencio hacerle la guerra a la guerra; las imágenes, las historias, las figuras literarias en mis noches de rayuela, el mundo feliz, las flores del mal, Así habló Zaratustra, obra negra y todos mis acompañantes silenciosos. En fin, puedo hacer tantas cosas con un cupo en la universidad; como también, podría no hacer nada con un cupo en la universidad… El deseo, en eso pienso profesor y yo deseo vivir como mujer, no como momia, puta, bruta, madre simplemente madre, esposa simplemente musa triste y vacía… A mí me gustan las mujeres querendonas con ellas mismas; a mí, me gustan las mujeres que conjugan los verbos y se divierten por ello, siempre terminan pensando y haciendo, mirando y viendo ¿Me entiende profesor?
Puede ponerme cinco veces cero en su planilla, por esta carta que le envío desde mis sueños, eso ya no me importa; porque no pude comprender el papel de las damas, las hembras, las putas, las mártires madres desfiguradas por sus hijos y por su verdugo, las momias, los fantasmas… ¿LA MUJER? Ese rol, ese rol… el rol, el rol… ¡Riiiiiiiiiiiiiiiiing! Sonó mi reloj profesor y no pude responder la pregunta, pero seguiré pensando y haciendo; en 30 años, tal vez tenga mi respuesta, necesito tiempo para conjugar los verbos; mientras tenga escenario y mi telón no se baje para dejarme en la oscuridad, seguirá el personaje sobre las tablas del escenario que él elija; nada puede ser definitivo y tajante para una persona como yo, seguramente voy a actuar en muchos lugares diferentes…


La idea es… conjugar verbos; pero sabe, antes de que vuelva a castañetear mi reloj despertador; voy a contarle algo más, sólo con la esperanza de que usted escuche mi sueño y me apueste un cero menos en su planilla de profesor”… Ésta vez, medio dormida; la niña continúa hablando, al borde de la realidad, como si estuviera segura de poder revolverla, desbaratarla, derrumbarla, encapuchar los bártulos del mundo. Sin pensar en Anita, ni en las profesoras que acongojan mujeres. La niña habló por diez minutos más; ésta vez, no apaleaba a la voz tenue del monologo soñado y dijo valientemente…


“Me gusta estar sobre el camino, las montañas, las flores, el agua; los árboles son mi debilidad, moras del campo de mi infancia, yo misma sobre la madre que resiste resistiendo a cada instante la lluvia… ¿LA MUJER? Profesor ¿Recuerda que le conté de mi infancia en un pueblecito? Allá vi volar una mariposa que no era de macondo; García Márquez no podría llegar a describirla, era morada, azul, roja, verde, naranja, con rayas verdes en sus alas. Las mujeres son así profesor, de mil colores como esa mariposa. Y ni Márquez, ni Borges, ni Benedetti, ni Schopenhauer, ni Bukowski, tampoco Nietzsche, ni siquiera Cortázar o Allan Poe; ningún hombre, ninguno profesor nos ha dicho nada que se parezca a la mariposa de mil colores que volaba en la tarde pueblerina de sábado festivo…


La mariposa; va viviendo, volando, viendo y mirando. Su vuelo, es su vida; corta o larga, esa es su vida, un vuelo fugaz pero eterno. Nunca esa misma mariposa volverá a nacer con los mismos colores, la que volaba aquel sábado en la tarde y se posaba en mis ropajes cínicos; nunca más se posará en ningún atardecer de sábado pueblerino, terminará su vuelo donde liquide sus alas; un solo día le basta a la mariposa, para ser ella misma en su belleza, conjuga verbos desde que es oruga y con paciencia espera su vuelo de un día para hacerse eterna en el recuerdo de una mujer… Profesor, el olvido no exilia la memoria de una mujer, cuando una mariposa de vuelo fugaz se le posa en los remiendos, la mujer no olvida los colores de la mariposa que le enseñó lo que es una mujer.


Escojo entonces, en este sueño no hablar de las mujeres que vi en el circo pobre y ambicioso que somos; allá afuera donde yo veo, no he contemplado ni una mariposa de mil colores, sólo me vendieron un sueño incomprensible por mil quinientos pesos; vi putas, ladronas, hembras, damas, viejas, brujas, fantasmas, a Anita, a Tulita, a Tomasita, a Susanita también la vi un día, vi ancianas beatas revoltosas del caldo de la memoria para martirizar en la mañana, vi de todo profesor, hasta un niño sin esperanza”… ¡Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinggg! Suena el reloj; la niña se levanta acosada por el tiempo que hoy no es de ella, hoy no puede volar… ¡A los deberes polilla! Va camino a sus tablas, el teatro la espera para que sostenga su personaje hasta el final. Deambula en el bus con sus compañeros de acto, pero ninguno se percata que ella es igual a todos, también tiene máscara… La niña, anda alarmada y no puede pensar en otra cosa que en los sueños gratuitos de la noche; era increíble, por fin algo que no era una pesadilla estaba gratis en el mercado de las utopías; ésta vez no solo había luz en sus sueños sino también; colores, mariposas de colores, respuestas, más preguntas que respuestas pero por lo menos ya había visto a una mujer de verdad, aunque no se parecía a lo que llamaban mujer en el circo.


El salón de clase; aterrorizante, pero ya no como antes… Todas mostraban sus tareas, las comentaban y se sentían orgullosas de querer ser médicas, enfermeras, secretarias exitosas, acompañantes de extranjeros por sus viajes de amor en el sur, otras se hicieron madres sin abuchear a las locas de Tulita y Tomasita, todas fueron mujeres del circo en sus vanidosos escritos, todas hablaron de dinero, de carros, de casa, de hijos y sobre todo, de esposos; todas, excepto la niña… Ella, callada en su rincón; pensaba en la mariposa del espejismo gratuito, la mariposa y la plenitud de su vuelo, la belleza de sus colores, la humildad para descansarse en sus andrajos y el olor de la tarde de su revoloteo… Todas son llamadas a lista por el profesor quien pone 3 ó 2.5 en su planilla, exterminando el entusiasmo de la camada de “mujeres”… Todas, menos la niña… Ella se para y alza la voz; desgarrando su silencio y cortando el fandango de histeria de las futuras profesionales; habla con voz de mariposa valiente, como quien sale de la caverna entusiasmado por el sol. Se dirige a ellas y su audiencia; ahora se queda muda, absorta y paralizada, escucha con curiosidad todo el pelotón: “yo tengo cuatro ceros en su planilla profesor, no me importa; pero ya sabe que no pude comprender su pedido de deber escolar; pienso, que me falta conjugar más verbos para comprender de qué se trata ser mujer, sólo vi una en un sueño con luz… ¡Ah! Y le cuento que fue gratuito, ¡no le parece increíble, hace rato que no había oferta especial! Esa mujer, parecía mariposa, no venía del río magdalena profesor, le aseguro que era de mil colores y volaba como si se fuera a acabar su tiempo, parecía ebria de felicidad, estaba plena, realmente era bella, volaba sola y sus colores hicieron que yo comprendiera lo que es una mujer… Además; me enseñó profesor que”…Se calla un momento y saca un libro de su morral; la audiencia mira con pavor el libro, como si no quisieran jamás tocar uno así de rechoncho como ese. La niña continúa la presentación de su tarea improvisada y sin advertir el desengaño de la aglomeración; comienza a hablar más fuerte que antes, diciendo: mire lo que me dijo ella profesor… “El viaje no acaba nunca. Sólo los viajeros acaban. E incluso estos pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en narrativa. Cuando el viajero se sentó en la arena de la playa y dijo: “No hay nada más que ver”, sabía que no era así. El fin del viaje es simplemente el comienzo de otro” [2]… Y eso que su vuelo solo duró un día…

El profesor sonreía, como de estupefacción, tenía el rostro en una sola palabra; las futuras “mujeres” competitivas de su campo profesional, estaban aún, en un silencio absorbente… El profesor, por fin terminó su sonrisa para hablarle a la niña y transformó su rostro en un instante para decir: “Una mujer, no necesita escribir un cuento con estilo prestado, el realismo mágico no te queda, estás lejos de macondo y nunca las mariposas de ensueño vuelan hasta tu pueblo; además, esas son inventadas, no creas en los cuentos falsos. Realmente entiendo que no hayas visto mujeres en las calles; tal vez, como tú dices, todavía no existe la mujer; claro que debe haber más de una mariposa de vuelo pleno y colores bellos, debes ir de nuevo a tus campos, volver a pisar tu infancia; no olvides la humildad de la mariposa que se posó en tus remiendos, sabía que tu madre los había hecho con cariño; las mujeres también pueden ser madres, lo grave es que la sociedad se los imponga con la angustia; no escuches entonces a Tomasita y a Tulita, escucha tus alas y cuando se aviven para volar, disfruta tu viaje y descansa donde quieras; sigue buscando ofertas especiales en los idílicos sueños de ESTAR Y SER… ¿LA MUJER? Mujer a tu modo simplemente, libre al compás de tu vuelo de mariposa… leí la carta que escribiste para disculparte por no haber hecho tu tarea, estuve en tu sueño gratuito; sé, que fue lleno de luz y colores; escuché, tus demostraciones matutinas para explicarme que no fue posible mentir… Ese, es tu rol descalzo… Mujer”


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[1] Jaqueline Rose. "DORA’-fragment of an analysis”. 1987. Página. 18
[2] JOSÉ SARAMAGO, viaje a Portugal. Alfaguara, 1981.