15 de febrero de 2021

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2 de febrero de 2021

¿Hasta cuándo la espera? La eternidad de la pandemia-técnica.

 


Por: María Cristina López Bolívar. 01/21.

 

Queridx lector/x, ante tus ojos un intento e invitación a pensar más acá de las posibilidades, más acá de los lugares comunes y las palabras vacías. Una invitación a dejarse seducir por la experiencia abismal de lo que está por pensar y vivir después de la espera.

 

El mundo está reconfigurando y perfeccionando la concepción del tiempo moderno: el tiempo universal, perpetuo, técnico y espiritual. 2020-2021 parece un continuum temporal de un domingo de marzo inacabable que hace recobrar la creencia en el tiempo de la divinidad: la eternidad, aunque sin dioses y en correspondencia con la técnica y su razón científica.

Experimentamos entonces un destiempo en la relación con la vida y su transitar constante que lleva al ocaso de todo lo que nace en ella.

 

Hay una especie de lentitud agonizante en la intimidad de cada ser y el lento transcurrir de los minutos que denotan cierta pesadez, cierta náusea cuando el individuo se encuentra en su soledad sin tecnologías. Por otro lado, la rutina en relación con la técnica es acelerada, paranoica, rápida. Un día sin “conectarse” parece mil años: infinidad de hechos, conversaciones, información, datos, cifras, noticias urgentes se fugan ese día de ausencia eterna sin conexión a internet que parece nos alejara de “la realidad”. Pero, recordemos y nunca olvidemos: la técnica no brinda la conexión con el mundo es el mundo el que brinda la conexión con la técnica.

 

En cuanto horizonte el tiempo que recompone una temporalidad teológica, es decir, una sensación y concepción del tiempo en cuanto eterno, expone desde su fundamento un problema en su interpelación por el ser en los marcos de la tecnificación de la vida, a saber, la ilusión de creer que el hombre de la técnica en su desarrollo temporal tiene la eternidad a sus pies expuestos lejos de la tierra.

La eternidad es espiritual en su condición trascendental y formulación metafísica. Es el hombre que sobreviene de ésta una fantasmagoría, pues lo que debe persistir en él es la carencia de materialidad, de sangre al negar la sincronización con la finitud para poder encarnar la eternidad como noción cotidiana en su reloj.

 

El hombre de la técnica progresa en la pandemia que sofistica la tecnificación de lo humano al presentarlo ante un campo temporal agudo y complejo que se reproduce sin apenas percibirse. Me refiero al tiempo como cálculo eterno que acapara todos los escenarios de la vida humana al universalizar la eternidad sin Dios.

 

Para la vida hay un transitar que es un transmutar constante imposible de frenar, imposible de eternizar por su misma disposición para el acaecer, para la muerte. La vida en su tránsito y devenir se encuentra en las antípodas de cualquier universalismo y su fundamento de certeza, de verdad y de eternidad.

 

La tecnificación del ser-humano organizado como fenómeno social se debe a la modernidad, época devota a la razón y su reflejo de positivización científica de la-vida-mundo. Este fenómeno se expande más acá de la modernidad al desteologizar la eternidad fundamentándola como la forma temporal de la razón calculadora que impide el proceso mismo del pensar como un sentir, como un meditar caótico, lento, finito e incierto.

 

Heidegger menciona en su texto «La frase de Nietzsche “Dios ha muerto”» lo siguiente: El pensar solo comienza cuando hemos experimentado que la razón, tan glorificada durante siglos, es la más tenaz adversaria del pensamiento. Ampliemos esta tesis.  La razón anticipadora se muestra culturalmente como pensamiento instituido: una única manera de representar y concluir la relación con la vida-mundo.  Esta razón técnica usurpa el lugar de un pensamiento meditativo en conexión con la vida su transitar y su finitud.

La ciencia basada en esa razón se despliega como el carácter mismo de la investigación academicista que tiene como objetivo la exactitud sobre la vida y su finalidad en cuanto progreso idealizado.

 

La investigación así fue llevada a su término por el proyecto moderno de una “Hybris” epistémica puramente occidental sobre el mundo-vida que rechazó –como ejercicio de conocimiento– todo pensamiento que no tuviera como fundamento “en sí mismo” la razón.  En efecto, se llegó a la especialización del investigar en campos específicos ya no solo como causa misma del saber, sino, también, como consecuencia sombría de la “emulación” de un conocimiento aparentemente amplio, pero solo racional que se expresa en los términos de un lenguaje atemporal, a-espacial y, por tanto, sin materialidad: un lenguaje técnico-vacío en el cual la vida no es sentida, reflexionada, ni vivida sino solo razonada.  

 

Un ejemplo real de la inmaterialidad del lenguaje técnico es la substitución del lenguaje emocional por el lenguaje virtual a partir de la mediación de la técnica. Ya no decimos que tenemos “buena conexión” para referirnos a un vínculo fluido y simpático con otrx. La misma expresión coloquial de “buena conexión” ha quedado limitada en su uso a espacios proporcionados por lo virtual para describir que hay buen enlace a internet.

 

En todo caso, la tecnificación del lenguaje no solo se da en la dependencia con las tecnologías, también en relación con la vida mediada por la razón. El formalismo del “buenos días”, por ejemplo, tendría que ser destituido por palabras que no sean formales, técnicas, carentes de toda emoción. Es decir, un “saludar por saludar” habría que omitirse y, en su lugar, saludar con palabras sentidas y expresadas desde el tiempo vital que se dedica a pensar a la otra persona antes del gesto del saludar.  El saludo no puede ser definido como un trámite que hacemos a diario por costumbre. El salud-dar ha de darse desde el cuidado que ofrece bienestar a otra persona al tocarle con las palabras que se presentan como caricias, tiernos guiños a su ser al comunicarle que se le piensa, que habita en mis propios deseos de bienandanza. El saludar participaría entonces de cierta cercanía intencional, de cierta necesidad de aproximar a la otra persona a mi propio ser más acá de una exclamación carente de toda emoción, de “saludar por saludar” … ¿saludas por saludar?

 

También la Universidad ha sido presa de estos procesos de tecnificación de manera más brutal durante la pandemia. La sabiduría como experiencia dialógica ha sido reemplazada por la exposición de resultados de “investigaciones científicas” con respuestas en masa ante preguntas aún por germinar.

 

Cabe decir que en la Universidad reducida a un centro de investigación virtual no hay un espacio para la pregunta socrática, esa mismo que le da a la vida un resguardo en el no saber, en el cuestionar, en aceptar los límites de la propia ignorancia afincada en el ejercicio mismo del preguntar.

 

La sabiduría exige la creación de un espacio para la rumia, para la no palabra que gesta la pregunta.

 

El llamado de la sabiduría y el conocimiento es a habitar la pregunta, guardarse en su silencio, pensarla en la demora de la incertidumbre y no darle palabra sin antes pasarla por la intuición. Ahora, en la universidad de la pantalla el silencio necesario para la reflexión originaria de la pregunta se siente como tiempo muerto de la virtualidad. El silencio allí se condena al daño técnico, al desperfecto de “la conexión” manifiestado en un “¿profe sigue ahí?” de algún/a estudiante. Empero, ¿puede experimentarse un proceso de reflexión propia e íntima para el cual es valioso el silencio que permita el ejercicio del preguntar en el aula virtual?, ¿por qué los estudiantes en las teleclases se conectan más fácil con el responder que con el preguntar? No voy a dar respuestas para que moremos las preguntas, ojalá ellas nos aproximen a un conocimiento más acá de la desabrida necesidad de certezas.

  El investigador también responde al arquetipo del ser humano contemporáneo:

un sujeto por excelencia tecnificado en su ser cuya esencia es la eficacia y su proyección temporal es lo inmediato en su afán por el cumplimiento. Su realización se da con su trabajo científico separado de la realidad finita por la orientación anticipadora de la razón a la que se ciñe como su insuperable herramienta de conocimiento. El investigador en la universidad virtual es el primer consumidor de internet y su telerrealidad y el último en abrazar la sabiduría.

 

La anticipación se conecta directamente con la eternidad en sus infinitas posibilidades de raciocinio sobre los fenómenos dados en la vida-mundo. La investigación y el investigador responden a una teología cognoscente –eternizante– donde toda respuesta es valorada no en su realización real sino, en su reconocimiento como posible ante la “comunidad de expertos”.

 

Esos expertos de las posibilidades con sus estadísticas, con sus respuestas anticipatorias, con sus “marcos referenciales” de lo que podría suceder a partir de sus suposiciones sobre “la realidad”, hacen de la espera “a que pase la pandemia” de las personas “no expertas”, “no especialistas”, de las personas vitales, un sacrificio compensado por la fantasía de un mundo sin pandemia. La espera se vuelve resultado de un juego de cálculos todos posibles e ilusorios ¿cuántos cálculos sobre la pandemia han sido reales?

 

La posibilidad aquí no es real sino pura abstracción matemática proyectada desde la razón sobre la vida-mundo.

 

Vacunas todas posibles en su eficacia; cálculos especulativos sobre la normalidad de los viajes internacionales hacia 2024; más cálculos sobre 100 mil colombianxs que posiblemente morirán durante el 2021 a causa de la pandemia; millones de desempleados por las cuarentenas de la pandemia; más muertos por el hambre que causa la pandemia; billones de pérdidas financieras por la pandemia. El patrón es el mismo: todo lo peor que puede pasar es posible en el mundo de la pandemia ¿qué tanto ha empeorado tu vida en la pandemia?, ¿racionalizábamos lo peor o lo mejor que pueden ser nuestras vidas antes de la pandemia?, ¿acaso vivir no implica un cambio constante en donde todo es posible y nada es posible? La novedad de los expertos y sus posibilidades es el terror profundo que han sembrado ante la experiencia del estar vivxs.

 

La anticipación de posibilidades horribles nos hace creer que tenemos todo el tiempo y, que, “conociendo esas cifras” podemos creer que no haremos parte de ellas, pero preguntemos: ¿quién podría asegurar en este momento que puede esperar la vacuna sin morir en el intento?, ¿a qué se reduce la experiencia de la vida en la pandemia, a la espera de un mundo sin ella?

 

Las cifras sobre las posibilidades de lo que podría pasar se aceptan en cuanto la experiencia de la espera no es tocada por la muerte y ésta permanece extraña, lejos del propio cuerpo y de lxs otros cuerpxs queridxs. Pero, no olvidemos (sea este el segundo llamado a no olvidar) que el transitar por la vida solo es a condición de nuestra finitud y la muerte.

 

La muerte no es signo de miedo, de impotencia, de una estratagema “del nuevo orden mundial” que quiere acabar con gran parte de la población, siendo este argumento otra más de las posibilidades que se calculan desde la razón. Hay que cuidar el lugar desde el cual enunciamos el pensar críticamente. 

 

Lo que acontece es que a la experiencia de la vida la ha aterrorizado en la pandemia, más que siempre, con un creciente y racional temor a la muerte. La muerte así vista da cuenta de la negligencia de la ciencia y la falsa promesa de la técnica del tiempo eterno, ¿es la vacunación una negación de la muerte o una afirmación de la vida?

 

La muerte no puede reducirse a una negligencia porque así se le incrusta en la epistemología racionalista de la técnica contemporánea.

La muerte le ocurre al ser que vive ¿no será el temor a la muerte sembrado por la técnica síntoma de su propio fracaso, una promesa de eternidad rota por la fragilidad de la propia finitud del cuerpo?

 

La cuestión no es meditar sobre la muerte. Pensemos más bien sobre la técnica, la razón técnica y su producción científica como imagen de un mundo eterno en el cual la muerte debe ser casi imposible.  

 

De aquí que, el tiempo pandémico cumpla con el perfeccionamiento del proyecto moderno: la humanidad en dependencia absoluta de la ciencia como la imagen salvadora de los humanos.

 

La reverencia a la salvación racionalista pasa por el desprendimiento de la vida y el aceleramiento de los ritmos vitales para la producción e investigación a costa de renunciar al pensar, al contemplar, a resignificar la muerte como mi propia muerte; de sentir la vida y su caocidad ante la cual cualquier anticipación sobre la misma es irreal y fatuo cálculo figurado.

 

¿Cuál es el afán de pedirle certezas al porvenir?, ¿se le puede exigir a la vida que nos revele qué pasará en el segundo siguiente a este? Es la técnica la que nos reduce a razonar sobre posibilidades y futuros llenos de certezas a sabiendas que a la vida no se le puede exigir ninguna demostración, ninguna certitud.

 

Quien haya seguido hasta aquí la lectura alcanza a saber que el corazón de este escrito late en una meditación heideggeriana. El sentir, el querer, el deseo, la reflexión sobre lo que está por pensar sin la técnica y más acá de la razón científica es lo que incita esta escritura.  

 

La meditación sobre la técnica-ciencia como forma del conocer vacío se trenza con el tiempo eterno en su dificultad de pensar y atender la vida. El ejemplo más intenso de la presentación del tiempo eterno es cuando los minutos que pasamos frente a una pantalla, saturando la mente con información que no alcanza a ser reflexionada, deja de importarnos.  Nos creemos dioses en los minutos que petrificadxs pasamos ante la pantalla sin noción de un tiempo finito que no vuelve, que no vivimos y en el cual no se crea experiencia de la vida y, a lo sumo, conseguimos consumir(nos) cualquier cantidad de datos.

 

¿Has pasado un día ante una pantalla sin sentir el paso del día? Esa es la eternidad-técnica de la que hablo.

 

¿Qué hacer? No ansiar la respuesta, habitar la pregunta es por lo pronto la provocación que deja abierta la conclusión de este texto. Siento que la necesidad de certeza deja entrever un tímido esfuerzo por negar la propia fragilidad ¿por qué creer que la fragilidad es mala? No hay que hacer juicios morales sobre lo que somos, sobre nuestro propio ser y su vulnerabilidad que como una herida abierta necesita siempre de cariño, de atenciones, de comprensión y ayuda humanizada más que científica.

 

¿Cómo vivir sin la técnica? Tampoco hay respuesta, más bien deseo que quien llegó hasta este lugar del escrito pueda reflexionar sobre la experiencia de vivir que se ha permitido durante el último año ¿cómo ha sido tú vivir en tiempos de pandemia?  Reducir la subsistencia a una sola forma -la virtual- no es experiencia. La experiencia amplía las nociones del sentido-mundo que percibimos ante la vida.

 

Por último, hay que hacer un llamamiento a arder en las ganas de habitar el pensamiento, de habitar la vida, de habitar las palabras, de sentirlas y vivirlas en un genuino deseo de expresarnos en ellas y relevarnos en su comunicar que ayuda a crear puentes con la otredad. Quizá así se puede empezar a construir un pensar en el desocultamiento de la vida que estalle y renuncie a la razón, a los datos, a la técnica y la fingida necesidad de la actualidad que nos bombardea con sus fantasías de posibilidades irrealizables.

 

El llamado es a vivir la vida, a recorrerla según disposiciones e intuiciones propias, aprendiendo que la pregunta genera lo que está porvenir, por gestarse, por vivirse más acá de la certeza… ¿seguirás esperando a que pase la pandemia para volver a la vida- tu vida?

Referencia bibliográfica:

Heidegger.(1994)Conferencias  y  artículos.  Traducción de Eustaquio Barjau.  Barcelona. Ediciones Serbal.

1 de febrero de 2021


 

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¡Se busca rol descalzo!



"¿Cómo se convierte la niña en mujer, si es que lo hace?
Su deseo…es el deseo de un deseo insatisfecho."[1]

Andando, nadando, viajando, sonriendo, murmurando, sintiendo, respirando, estudiando, construyendo, reflexionando, caminando, rodando, liberando, destruyendo, asumiendo, fotografiando, pintando, dibujando, soñando, amarrando, soltando, vomitando, levantando, suspirando, transpirando, escalando, buscando, bajando, corriendo, saltando, madrugando, trasnochando, exprimiendo, viendo, saciando, investigando, apropiando, desapropiando, eligiendo, equivocando, despeinando, embelleciendo, enloqueciendo, usando, recreando, creando, creciendo, superando, cortando, filmando, alucinando, degustando, disfrutando, comiendo, alimentando, cerrando, abriendo, desapareciendo, apareciendo, desprendiendo, abandonando, luchando, actuando, pensando, volando… viviendo o muriendo a cada instante, viviendo para nacer.  Ya no quiero parir esqueletos llenos de polvo y gusanos que van oxidando mi abatida masa muscular… Viviendo ¡No vale sobrevivir!

¿La mujer? Se pregunta la niña, sin querer vérselas con el espejo a la mañana siguiente. Piensa, mientras se lava los dientes: 
- “estoy en grado 11 y ya debo buscarme un oficio, algo para subsistir” 
¿Sobrevivir? Se pregunta a regañadientes, al tocar en su bolsillo; encuentra un objeto metálico de todas las formas. Pero no de superficie plana, con cara de presidente muy muerto, talladita en la medida; con valor desde la puerta de su casa y hasta "el mundo exterior". No era una moneda.

¿La mujer? Se cuestiona la niña. Sale a la calle, recorre todo el centro de su ciudad; toma tres o cuatro fotos que no se fijó como quedaron. Estaba paralizada, mirando la histeria de la calle en la que nunca vivirá. La niña; camina, deja de sorprenderse y se dirige hacia la izquierda.

Observa una alcantarilla infestada de podredumbre, llena de ratas polvorientas. Sin embargo, no puede dejar de fijar su mirada; ahí abajo, hay un ser pequeño que se esconde. Es un niño que se droga o no puede dormir, ni soñar; incontables veces, no come. La niña se sorprende de nuevo; busca un vaso de agua que le quite lo mareada. Va y vuelve a ver al niño que la mira sin esperanza; la niña se recorre y no encuentra respuesta a la pregunta que retumba en su mente ¿La mujer? Y la otra… ¿sobrevivir?

“Se pregunta la niña por la mujer. La sociedad le exige a la niña ser mujer”. Eso, escribió en el cuaderno de ética la niña; sigue la conversación con sus compañeras de clase. Estábamos todas, lo juro muchachas no fue un sueño; la profe tulita nos dijo que debíamos llegar vírgenes al matrimonio. Tomasita es la otra profesora que nos angustia; nos dijo que éramos las mamás de pasado mañana ¿Entonces, mañana quedaríamos aquí para nosotras y pronto estaremos disponibles sólo para cuidar de otros seres? Y la niña se pregunta ¿matrimonio? ¿Un hijo, dos hijos, tres abortos, un marido, rulos. Un simple oficio? ¡Sin emoción! Desanimada grita… “¡DIABLOS, SIN MÍ!”. Olvidemos el tema muchachas; no vale la pena, somos niñas para comportarnos como la sociedad de los “machos” dicta. ¿Educan mujeres o hacen madres las maestras?
¿La mujer; sobrevivir, el matrimonio, la maternidad, ama de casa? Duda la niña, está vez. Es de noche; peina su cabello y piensa en el absurdo chiste de la clase de sociales, ayer.

 -“A Anita no le gustó el chiste”. Especulaba; - “seguro que se sintió aludida con eso de entregarse eternamente a un amor idílico, ella piensa siempre en Pablito.  La hace sentir conforme, seguro sintió que la cuestionaban porque dice que se muere si Pablito se va. Anita sueña con sobrevivir, ser secretaria y dedicarse a sus hijos. Cuando Pablito pueda mantener la casa; ese día, dejará de trabajar en la empresa que la contrate como secretaria y luego; para el resto de su vida: planea ser ama de casa, lavar, planchar, fregar el piso, tomar el té con dos amigas entre las cuales no estaré, jugar a la canasta con sus dos amigas, cuidar los niños; envejecer, si algo monstruoso no se lo impide y morir. 
Por lo menos de secretaria le pagaban y tal vez alcanzaba para eso de los jubilados; sobre todo, soñaría con vivir y sentir – pensando, sin depender de Pablito. Eso que quiere Anita; eso es sobrevivir… ¡DIABLOS, Y SIN ELLA. SE VA A EXILIAR DE SU MENTE Y SU CUERPO! Piensa la niña; sin dejar de peinar su hermosa cabellera negra y larga, así como la de las mujeres que muestran en las revistas de mujeres… 
¿Qué pasaría, si Pablito abandona a Anita? Indaga la niña; terminando de peinar su cabellera, como de mujeres de comercial publicitario que exponen como rayo gramas fantasmagóricas, para venderles algún producto de “belleza” a las mujeres.
¿La mujer? Dice la niña, ahora va por el parque de los salvajes. Mira como todos son huraños y no hablan más que entre ellos; eso es una simple máscara para resguardarse… “esos salvajes del parque, se me aparecen extraños. “Posee” cada uno, tres mujeres para saciar la ansiedad que suelen producir en ellos las drogas que los vuelve sonámbulos”… ¿La mujer? Dice en voz alta, muy alta de verdad; los salvajes voltean y miran sus ojos llorosos sin decir nada, la niña se marcha al colegio con cara de quien se confunde y no alcanza a pensar en su tarea de ciencias sociales…

- “Entiendo menos que antes… ¿la mujer?”…

La niña, se sienta a las 6:00 Am en los alrededores de la “cárcel”. Sabiamente, con paciencia, espera a que se abran las puertas para salir corriendo hacia la piscina e ir a la casita del teatro. Se decide seriamente a pensar en su tarea de ciencias sociales, se obliga a pensar; pero es inútil, no comprende qué rol podría tener una niña como ella en una sociedad como ésta.
El timbre interrumpe su rumia. Ella, va a su salón de clases; luego de tres minutos de estar en la horrenda jaula de clases, llega la algarabía de las chicas compañeras. En ese momento, le parecía horrible tener que estar allí encerrada; el lugar, no le permite pensar en su tarea y su tarea no le aprueba pensar en otra cosa que en la mujer… “La mujer” la pone a pensar en ella misma y ella; no sabe qué pensar sobre ella. La niña, tiene cara de andar buscando una respuesta para el millar de preguntas que surgen en su cabeza.
El profesor. Escribe en el tablero de clase: “Enero 25 de 2021 ”. Tema: avance “Rol Descalzo”. Evaluación: consideraciones escritas sobre el rol descal…” niiiiiiiiiik.  Se quiebra la tiza, se deshace en las manos del intrépido profesor. El que la ha puesto en el gran aprieto de pensarse y buscarse un rol que va a desempeñar en la sociedad…
La niña piensa en inventarse cualquier cuento; algo así como que se decide a ejercer de enfermera, aunque odia el olor a sangre. Sólo, para salir de la tarea… La niña piensa que  va a quedar imposible escribir en 15 minutos un cuento salido del realismo mágico, lleno de mariposas venidas de "Macondo"; o no importa de dónde, pero necesita un cuento. No un cuento chino… Esos, ya se los sabe todos el profesor.

La niña; sale como espectro que se fuga del demonio. Entra al baño, lava su rostro, y se da cuenta que no es una pesadilla; no ha reflexionado su deber escolar. Y eso que la niña, no falta con un trabajo académico.
Son esos salvajes del parque que no me han dejado pensar… No sé; también es Anita, sobrevivir, el matrimonio, la maternidad, la posibilidad de ser ama de casa. Replica a solas; mirándose en el espejo del baño de un colegio que al final del año, desaparecerá para su vida… Silenciosamente, se dirige a la fatal clase sin trabajo realizado. Seguro el de los chistes me va a poner cero y yo pensando que ya casi me disparan para allá, al exterior. En esta enorme prisión; me gusta estar, me siento segura. Sigue caminando silenciosa por el largo corredor, VE cada sombra que encuentra en su camino. Sólo las VE, no puede mirar nada… ¿La mujer; mi mujer, yo mujer… mujer… mujer… Yo no puedo ver? Murmura entre sus dientes; no como cantando una pregunta, sino como preguntando una canción recién inventada por ella y para ella; de esas que no ganan Grammy. Las que apaciguan polillas…
Llega al salón, donde no puede pensar en nada de lo que se diga allí; porque está pensando en todo lo que con su corta estadía había visto allá. En el lugar que Anita se conoció con Pablito y se embruteció; donde estaban los salvajes. Allá, donde la ley es sobrevivir y la generación presente se prostituye de mil formas; pero eso no importa a los ojos de nadie.
“Al final, esas mismas momias que tratan de semejar a lo que se conoce como mujer; lo logran, se parecen demasiado y me confunden. En algunos soplos, pienso que son mujeres de verdad. Terminan siendo madres de hijos sin amor; mal tratadoras ahora no de sí mismas: de un hijo, dos hijos, cinco abortos. A los que sin importar el desamor tirado todas las mañanas en un huevo frito pero frío. Se les hace un festín en su bautizo, otro en su primera comunión, también agasajan juntos los cumpleaños y para el funeral; sino ha muerto, cuando su hijo sucumba, hará una gran tragedia mezclada con drama; para darle una despedida digna de un "hijo amado" ¿LA MUJER?”...
Indivisibles los presentes; miran a la niña, como si les recordara a una ansiosa gata buscando en su cabeza algo para inventarse ante el chistoso y sarcástico profesor de los escenarios de la sociedad. Que el norte, el sur, el oriente, occidente.
El educador imprudente. Se acerca a la niña y dice: hola niña… llega niña, llega niña, llegallegallegallegallegallega… ¡NIÑA! Ella interrumpe con apuro y dice: “la niña llegó y piensa que: allí miraba y allá veía”… ¿Me entiende profesor? Con asombro y confusión, nadie prestó atención, el profesor no respondió y la niña silenció.
Rebota de su extenuante jornada académica. Con precaución, diría ella; pero realmente juguetea: ¡muerta del miedo! Sigue sin desviarse del recorrido diario en la ciudad de siempre. Su camino está lleno de payasos; está inmersa en un gran carnaval de colores enigmáticos…
- ¿La mujer? Pregunta y a la vez, mira a una payasa que no sonríe. La sigue con la mirada, siente que su rostro la representa; la payasa tiene una lágrima que corre su maquillaje de acto. La niña; la sigue, la hostiga, la observa pero la payasa huye a la multitud pintoresca y desaparece.
La niña, abre los ojos; el frenazo del bus que vale $2.400, casi la tira hasta la registradora para informarle que ya está por llegar a casa. Entonces; la payasa no existe, ni el circo – carnaval. Todo se ha ido en un sueño; ese valió $2.400… ¡Ojalá las pesadillas no sean tan caras! Me gustaría que las pesadillas fueran gratis para las niñas. Dice con voz débil; mientras se baja del aparato gigante que se derrite en sus ojos y el conductor acelerado, le ruega que no demore en bajar. ¡“Cómo si fuera incuestionable lo que miro. Cómo si el bus en realidad fuera a derretirse como yo”! Piensa la niña. Su pie, aferrado al piso…
¡Los salvajes son los culpables de todo!… ¿Cómo pueden tener tantas musas, los duendes nocturnos que nada saben de mujeres; sólo son soplos esas momias que se plantan la noche entera con ellos? - No. Es culpa de la idea absurda del profesor terco que quiere avisarme que mi vida en unos meses cambiaría radicalmente; sería bueno evadir el tema,  piensa en el cuento que va a inventar… Pero se detiene al fin y con una seguridad absoluta frente a su espejo. Mira su hermosa cabellera, se fija en su rostro; es como el rostro de la payasa que bailaba triste en el carnaval…
¡Qué sueño tan caro! Voltea a la derecha, se dirige a su ventana; es precisamente el atardecer o después del atardecer. Toma dos fotografías a través del vidrio, no se fija nunca como quedan sus fotografías. Tampoco sabe para qué van a servirle; simplemente, las toma… Se dirige a su escritorio y pesca una pequeña agenda; recoge del piso un marcador, decide dejar la libreta sobre el escritorio. Se dirige a la ventana para escribir lo que se sobrevenga en la pared del lado… Corre la cortina y comienza a escribir:
-“El atardecer… La ciudad de los colores. La tarde; una payasa, colores, colores, colores… Muchas texturas; sombras, la hora del atardecer. El sol. Ya no está, hace algunos minutos permanecía ahogándome de luz.
El crepúsculo; la ciudad, lo debe hacer sentir muy orgulloso. Es el único con el poder de hacerlo; es como si alguien bajara el telón. No hay nadie; el sol, el circo de mil colores y la niña observando desde su ventana… Sería triste. Ser una marioneta, querer dejarse manejar que el telón se baje y no haya luz… La payasa ¿Por eso estuvo triste ésta tarde? ¿No hubo luz en mi sueño? El sol, se fue después de ahogarme en fosforescencia. Quedé aquí; impregnándome de noche, con esta cabellera y este rostro de niña de atardeceres con sueños tardíos como sus pensamientos; esos sueños caros y sin raíces fuertes para sostenerse en el mundo poliedro… Las ideas, ya no llegan; preguntas sin respuestas me acosan.
Debo ser mujer. Ahora, sólo me alcanza el presupuesto para una quimera carísima; en el bus, a pesar de pagar de contado no me alcanzó para ponerle luz a mi sueño. Consumiendo soñadas…
Si se enterara mi madre me diría: - ‘¡Esos gustos tan caros son para los que piensan que la vida es fácil! ¿Un sueño por  $2.400?… ¡Jummm! Para mañana ni lo piense; no alcanza el presupuesto para esos placeres’… No he pensado que la vida es fácil. Ojalá lo rumiara, seguro así me pondría en el escritorio a hacer la tarea para el chistoso del humor elegante…”
¿La tarea? ¡Es para mañana y no he inventado un cuento para el de los chistes! Dice la niña, dejando su marcador y con preocupación; intenta escribir en su libreta… “El rol, el rol…”
 No pasa de dos sílabas. Es increíble… Piensa… Soy una analfabeta; cualquiera podría inventarse un cuento y presentar la tarea para ciencias sociales, es un deber del colegio debería ser algo sencillo para mí que soy número uno en hacer las tareas más complicadas de física y química… Eso de las formulas, es muy fácil. Ojalá la vida fuera un caso de factorización; me gustaría usar trigonometría para decirle al de las ciencias sociales que todo está fríamente calculado en mi vida, que nadie podría desequilibrar un triángulo equilátero como yo. También; le podría calcular la pendiente de mis sentimientos, explicarle mis sueños a partir de una ecuación, mostrarle las estadísticas perfectamente controladas por mi cerebro para que todo salga como la probabilidad lo diga. Si la vida me pareciera cálculo, sería muy fácil de explicar mi rol…


-  ¿Yo mujer? ¿La mujer? ¿Mi mujer?... mujer… mujer… mujer…Dice la niña de la cabellera resplandeciente, está hablando dormida… “Mi rol como mujer en la sociedad:
- “Querido profesor, no quise inventar un cuento para decirle que quería ser una mujer que no quiero ser. Enfermera, secretaria, ama de casa, ingeniera, médica, veterinaria, prostituta, madre, esposa, hermana, amiga. En éste momento; no entiendo el rol de las mujeres que veo en la calle.
Éste no es un trabajo académico; usted puede ponerme 1. Yo; no puedo mentirle, prefiero tener 1. Es una carta para usted; tal vez, pueda hablar conmigo para que me explique lo que es una mujer. Yo, no entiendo; he tratado de pensar una y mil veces en la tarea donde debo expresar qué rol me gustaría desempeñar como mujer en la sociedad de hoy. Se lo aseguro, hasta escribí en un muro; tampoco funcionó, no pude hallar una; ni siquiera pagando  $2.400 por un sueño.
Me parece que se están haciendo las de la vista gorda ante sí mismas. Profesor; me preocupa pensar que la mujer aún no existe. Yo; vi momias, sombras, fantasmas.
Muchas son “Una madre”; les debe parecer divertidísimo el plan de seguir jugando a las muñecas, ya me aburrió eso de andar inmovilizándome en otros y aunque respeto que lo quieran hacer, "¡No quiero re-producir historia muerta! Donde la mujer es “un re-productor biológico” donde la miseria y la guerra reciben hijos para machacarles la cabeza; ponerles un fusil y enviarlos al exterminio de hermanos. Quiero ser fértil, abonar la vida a mi manera". Hay otras mujeres que se mantienen con los salvajes de ese parque que queda a dos cuadras del colegio ¿Las ha visto usted también? Yo, no pude entender por qué ellas son tan zombis como los salvajes. 

Anita por su parte; parece atontada por Pablito. La niña del cuarto piso del edificio, decidió irse de monja. Hay una reina de belleza en mi barrio; una dama con cara de pudor y de “buen físico”, trabaja en uno de esos chat eróticos que hay en el internet. Lo sé, porque se lo comentó a don Beto el señor de la tienda. Lo escuché, un día que compraba algo de chocolate, disponiéndome a escribir ese cuento que me formulaba inventar para engañarlo y sobre todo; para falsearme unas alas.

Además; le acuso a las profesoras Tulita y Tomasita, porque estoy aterrorizada. Me dijeron que una mujer debía ser mamá y que eso tenía que ser para pasado mañana. Aseguran que por mandato divino debería la mujer reprimir su deseo sexual hasta casarse; pero a mí, no me gusta esa idea del matrimonio.

Determinan a la mujer a asumir el rol de madre y a la vez, hay compañeras en el salón que abortan porque nunca nos hablaron en el colegio de sexo, de planificar, menos de autoestima; tampoco nos enseñaron a soñar gratis, la gratuidad solo está permitida para las pesadillas. Mi madre; me dice que soñar sale caro y que eso es para gente que quiere vivir fácil. La abuela, tampoco contó ninguna historia valiente que me hiciera sentir orgullosa de mi condición de mujer. Supongo que esa historia es que estoy viva; pero la abuela murió-viviendo muy triste. Tampoco quiero eso para mí.
Creo que la payasa no disfrutaba del carnaval gigantesco en el que andaba sumergida. Vi profesor; la caída del atardecer, sobre ésta enorme carpa de circo de mil colores. Yo quería realismo mágico para el cuento que me iba a inventar diciendo que me gusta ver sangre; enterrar agujas a los pacientes que serían mis víctimas; que esperaría siempre con la misma pasión a la próxima víctima, me iba a pintar de enfermera. Pero no concuerda; eso tampoco es realismo mágico, no pude; aunque usted sabe, podría sostener la mentira hasta el fin de año. Así; acorralada por el gran circo, seguro si pensaría en serio lo de asumir un rol en la sociedad; no pasó justamente de esa manera porque no pude mentirme a mí misma con mariposas de Macondo, ni con libélulas de Mompox. 

Créame profesor, yo lo intenté; quise escribir. No me siento una mujer, si una mujer es lo que veo todos los días en las calles de este circo. No quiero embrutecerme, someterme, maltratar mi cuerpo, no tener el carácter suficiente para decir lo que siento y pienso; me niego a NO SER yo misma la que camine las avenidas encontradas… 

Profesor; si pregunta por mi profesión universitaria, yo podría decirle que mi deseo es creador: podría desempeñarme en el campo opuesto al de la beligerancia o la destrucción. Prometo desde el silencio hacerle la guerra a la guerra, las imágenes. Las historias, las figuras literarias en mis noches de rayuela; el mundo feliz, las flores del mal, Así habló Zaratustra, obra negra y todos mis acompañantes silenciosos. En fin, puedo hacer tantas cosas con un cupo en la universidad... También, podría no hacer nada con un cupo en la universidad… El deseo, en eso pienso y yo deseo vivir como mujer; como ser humano. No como momia, puta, bruta, madre simplemente madre, esposa  musa triste y vacía… A mí me gustan las mujeres querendonas con ellas mismas; me gustan las mujeres que conjugan los verbos y se divierten por ello, siempre terminan pensando y haciendo; mirando y viendo ¿Me cree profesor?”
Puede ponerme cinco veces 1 en su planilla por esta carta que le envío desde mis sueños, eso ya no me importa; porque no pude comprender el papel de las damas, las hembras, las putas, las mártires madres desfiguradas por sus hijos y por su verdugo, las momias, los fantasmas…
¿LA MUJER? Ese rol, ese rol… el rol, el rol… ¡Riiiiiiiiiiiiiiiiing!
-    - “Sonó mi reloj profesor, no pude responder a la pregunta. Seguiré pensando y haciendo; en 30 años, tal vez tenga mi respuesta. Necesito tiempo para conjugar los verbos, mientras tenga escenario y el telón no se baje para dejarme en la oscuridad, seguirá mi personaje sobre las tablas del escenario que él elija. Nada puede ser definitivo para mí; voy a desenvolverme en muchos lugares diferentes…
La idea es… conjugar verbos. Pero sabe, antes de que vuelva a castañetear mi reloj despertador; voy a contarle algo más. Sólo con la esperanza de que usted escuche mi sueño y me apueste un 1 menos en su planilla de profesor”… Ésta vez, medio dormida; la niña continúa hablando, al borde de la realidad. Como si estuviera segura de poder revolverla; desbaratarla, derrumbarla, encapuchar los bártulos del mundo. Sin pensar en Anita, ni en las profesoras que acongojan mujeres. La niña habló por diez minutos; ésta vez, no apaleaba a la voz tenue del monologo soñado y dijo valientemente”…
“Me gusta estar sobre el camino; las montañas, las flores, el agua. Los árboles son mi debilidad; moras del campo de mi infancia, yo misma sobre la madre que resiste resistiendo a cada instante la lluvia…

¿LA MUJER? Profesor ¿Recuerda que le conté de mi infancia en un pueblecito? Antes, vi volar una mariposa que no era de "Macondo". García Márquez no podría llegar a describirla; era morada, azul, roja, verde, naranja, con rayas verdes en sus alas. Las mujeres son así profesor; de mil colores como esa mariposa. Y ni Márquez, ni Borges, ni Benedetti, ni Schopenhauer, ni Bukowski; tampoco Nietzsche. Ni siquiera Cortázar o Allan Poe; ningún hombre profesor nos ha dicho nada que se parezca a la mariposa de mil colores que volaba en la tarde pueblerina de sábado festivo…
La mariposa; va viviendo, volando, viendo y mirando. Su vuelo, es su vida; corta o larga, esa es su vida, un vuelo fugaz pero eterno. Nunca esa misma mariposa volverá a nacer con los mismos colores. La que volaba aquel sábado en la tarde y se posaba en mis ropajes cínicos; nunca más se posará en ningún atardecer de sábado pueblerino. Terminará su vuelo donde liquide sus alas; un solo día le basta a la mariposa, para ser ella misma en su belleza. Conjuga verbos desde que es oruga y con paciencia, espera su vuelo de un día para hacerse eterna en el recuerdo de una mujer… Profesor; el olvido no exilia la memoria de una mujer, cuando una mariposa de vuelo fugaz se le posa en los remiendos. La mujer, no olvida los colores de la mariposa que le enseñó lo que es una mujer.
Prefiero; en este sueño, no hablar de las mujeres que vi en el circo pobre y ambicioso que somos. Allá afuera, no he contemplado ni una mariposa de mil colores. Sólo me vendieron un sueño incomprensible por  $2.400. Vi putas, ladronas, hembras, damas, viejas, brujas, fantasmas, a Anita, a Tulita, a Tomasita, a Susanita también la vi un día, vi ancianas beatas revoltosas del caldo de la memoria para martirizar en la mañana; vi de todo profesor, hasta un niño sin esperanza”… ¡Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinggg! Suena el reloj, la niña se levanta acosada por el tiempo que hoy no es de ella. Hoy, no puede volar…
 ¡A los deberes polilla! Va camino a sus tablas. El teatro, la espera para que sostenga su personaje hasta el final. Deambula en el bus con sus compañeros de acto, pero ninguno se percata que ella es igual a todos. Tiene máscara… Anda alarmada y no puede pensar en otra cosa que en los sueños gratuitos de la noche. Era increíble, por fin algo que no era una pesadilla estaba gratis en el mercado de las utopías. No sólo había luz en sus sueños; colores, mariposas de colores, respuestas. Más preguntas que respuestas; pero por lo menos ya había visto una mujer, aunque no se parecía a lo que llamaban mujer en el circo.
El salón de clase. Aterrador; pero no como antes… Todas mostraban sus tareas. Las comentaban y se sentían orgullosas de querer ser médicas, enfermeras, secretarias exitosas, acompañantes de extranjeros por sus viajes de amor en el sur; otras, se hicieron madres sin abuchear a las locas de Tulita y Tomasita. Fueron mujeres del circo en sus vanidosos escritos, hablaron de dinero, de carros, de casa, de hijos y sobre todo, de esposos. Excepto la niña… Ella, callada en su rincón; pensaba en la mariposa del espejismo gratuito, la mariposa y la plenitud de su vuelo, la belleza de sus colores, la humildad para descansarse en sus andrajos, el olor de la tarde de su revoloteo… Todas; son llamadas a lista por el profesor quien pone 3 ó 2.5 en su planilla, exterminando el entusiasmo de la camada de “mujeres”… Todas, menos la niña…
Ella se para y alza la voz; desgarrando su silencio y cortando el fandango de histeria de las futuras profesionales. Habla con voz de mariposa valiente; como quien sale de la caverna entusiasmado por el sol. Se dirige a ellas, su audiencia; ahora se queda muda, absorta y paralizada; escucha con curiosidad el pelotón:
- - “Yo tengo cuatro veces 1 en su planilla profesor, no me importa; pero no pude comprender su pedido de deber escolar. Pienso que me falta conjugar más verbos para comprender de qué se trata ser mujer. Sólo vi una en un sueño con luz…
-  - ¡Ah! Y le cuento que fue gratuito ¡No le parece increíble; hace rato no había oferta especial! Esa mujer, parecía mariposa. No venía del río magdalena profesor, le aseguro que era de mil colores y volaba como si se fuera a acabar su tiempo; parecía ebria de felicidad, estaba plena; realmente era bella, volaba sola y sus colores hicieron que yo comprendiera lo que es una mujer… Además; me enseñó profesor que”…Se calla un momento y saca un libro de su bolso. La audiencia, mira con pavor el libro; como si no quisieran tocar uno así de rechoncho. La niña continúa la presentación de su tarea improvisada; sin advertir el desengaño de la aglomeración, comienza a hablar más fuerte que antes.

 - Mire lo que me dijo ella profesor… “El viaje no acaba nunca. Sólo los viajeros acaban. E incluso estos pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en narrativa. Cuando el viajero se sentó en la arena de la playa y dijo: “No hay nada más que ver”, sabía que no era así. El fin del viaje es simplemente el comienzo de otro” [2]… Y eso que su vuelo sólo duró un día…
El profesor sonreía, como de asombro; tenía el rostro en una sola palabra. Las futuras “mujeres” competitivas de su campo profesional estaban en un silencio absorbente… El profesor, por fin terminó su sonrisa para hablarle a la niña y transformó su rostro en un instante para decir:

- “Una mujer, no necesita escribir un cuento con estilo prestado. El realismo mágico no te queda, estás lejos de macondo y nunca las mariposas de ensueño vuelan hasta tu pueblo; esas son inventadas. No creas en los cuentos.
-  Entiendo que no hayas visto mujeres en las calles; tal vez, como tú dices, todavía no existe la mujer. Claro que debe haber más de una mariposa de vuelo pleno y colores bellos, debes ir de nuevo a tus campos; volver a pisar tu infancia, no olvides la humildad de la mariposa que se posó en tus remiendos. Sabía que tu madre los había hecho con cariño. Las mujeres, también pueden ser madres; lo grave es que la sociedad se los imponga con la angustia. No escuches a Tomasita y a Tulita; escucha tus alas y cuando se aviven para volar, disfruta tu viaje. Descansa donde quieras, sigue buscando ofertas especiales en los idílicos sueños de ESTAR Y SER…

- ¿LA MUJER? Mujer a tu modo; libre, al compás de tu vuelo de mariposa… leí la carta que escribiste para disculparte por no haber hecho tu tarea. Estuve en tu sueño gratuito; fue lleno de luz y colores. Escuché, tus demostraciones matutinas para declarar que no fue posible mentir… Ese, es tu rol descalzo… Mujer”

Silvia Pérez. Egresada. 11I5 - 2006. La invitación especial a todas las mujeres CEFA a palabrAndar y conjugar los verbos.
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[1] Jaqueline Rose. "DORA’-fragment of an analysis”. 1987. Página. 18

[2] JOSÉ SARAMAGO, viaje a Portugal. Alfaguara, 1981.  

E. Dussel : El Poder