"A soto boche" sigo maldiciendo;
me voy gritando casi en silencio,
el odio que para don dinero guardo,
nos exige padecer dependiendo de un capital que nunca será nuestro.
Jamas volverìa a la Roma de la que salí;
esos "nuevos católicos" ahora;
también, se jactarían echándome a sus 9 leones.
Maldecir es mi oficio, en el tiempo de la incertidumbre;
busco dentro de mí razones,
pero jamás nadie escuchó mi grito.
He comenzado a querer varias cosas o animales,
entre los últimos, a mí misma.
Odio oficiar de ególatra;
eso es casi como la alienación que produce,
la droga que el psiquiatra envía a tu casa.
Más que eso,
me gusta el silencio,
la buena soledad y sigo maldiciendo casi en silencio,
se destruyen con mi silencio todos los gritos de una
sociedad que quiere ser suicida, homicida y pedofílica.
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