28 de marzo de 2020
27 de marzo de 2020
MEMORIAS DE PALABRA-ANDANDO
(Semillero de la biblioteca del Centro Formativo de Antioquia)
La casa de las ideas, las palabras, las diferencias, la cuna de futuras ciudadanas está llena y tiene vertientes en todos sus rincones, mujeres que desde las sillas, desde el mueble, desde el suelo, desde el piano, desde las estanterías comparten sus diferencias, mujeres a las que les gusta debatir ideas y por fin encontraron un lugar donde sembrarlas y regarlas en el respeto, abonarlas en el espíritu crítico y las mentes abiertas, protegidas por el poder divino de la mujer obligada a la madre TIERRA y respaldadas por padrinos y madrinas sentipensantes enriquecedorxs de un suelo fértil para cultivar. Aquí las ideas fluyen como ríos en constante renovación, aquí se construye el conocimiento.
Si alguna vez esta guarida fue desolada y sus visitantes eran contados con los dedos de la mano, hoy faltan manos y pies para contar los nuevos nacimientos que han llegado a beber de la fuente de la eterna consciencia, a la que como si de un tesoro pirata se tratara, se navega por muchos mares, mares de dudas, de lágrimas, de dolores históricos y presentes, mares de injusticias, para construirse y acercarse a ese utópico tesoro de equidad e igualdad que tanto busca la nueva sociedad.
Aquí se siente el pueblo, se indianizan, se vive en el ANDO, pensANDO, hablANDO, despertANDO, indianizANDO, aquí se arraigan a una sociedad indolente y cómo mujeres en formación, ciudadanas y seres humanos, se tejen, alzan la voz, dan cada una su puntada para tejer la multiculturalidad, se crean los argumentos, sin miedo a crear nuevas mujeres, a revolucionar el mundo, sin miedo al poder, al Gobierno. Aquí, en estos cimientos se está creando una Colombia Otra, una Colombia sentipensante, una Colombia de colores.
Son mujeres a las que les duele la indiferencia, les duele mucho y se convierten en mujeres empáticas con el dolor ajeno, personas argumentativas, inconformes informadas, sin miedo a llevar la contraria, firmes ante esos hombres y mujeres, sistema que no quiere saber nada, y se preparan para no dejar opacar su voz.
Cabe aclarar que a este semillero no siempre se llega firme, se llega como un río contaminado, con peces envenenados, con residuos de fábricas, de megaproyectos, enviciados en el capitalismo y un sistema patriarcal naturalizado en la historia, pero en padrinos, madrinas, en la Valquiria del conocimiento, se comienzan a purificar estas aguas sucias mentales.
Convirtiendo así a las que antes estaban sumergidas en el agua turbia de una mente cooptada, en nuevas aguas, libres del mercurio transnacional colonizador de vida, cultura y conocimiento, del capitalismo imperante y de los medios de incomunicación. Mujeres que ahora influyen en otras corrientes de la mamá kiwe, corrientes que han sido truncadas o desviadas hacia un estanque de muerte, aguas firmemente convencidas de que están creciendo y no se dan cuenta de su pérdida de volumen.
Es un espacio ideal para re-cargar y lograr el intercambio energético correspondiente al equilibrio armónico de la nueva minga crítica de la sociedad, una minga que se construye por el intercambio de las partículas oxidantes en agentes de creación que en conjunto forman la sustancia que ahora se puede nombrar resistencia.
Todas estas aguas represadas comienzan a pasar por un filtro, una realidad que moverá las aguas mentales porque son aguas que llegan a re-conocerse porque han sido inquietas, curiosas y han visto que están cautivas, represadas, musgosas pero hay también quienes llegan apenas a conocerse, aquellas que no saben dónde están, ni por qué están inmóviles, ni por qué son tan densas, ni por qué en sus aguas no fluye la vida, es ese filtro que viene a separarlas del sistema, las activa, las revuelve, las huracana y allí comienzan a romper paredes, a escapar del sistema hidráulico capitalista, comienzan a hallar los agujeros, las fugas a los océanos, a los ríos, salen a mirar de frente las aguas inmensas de la sociedad unas veces dulce, otras veces saladas, otras veces pantanosas, y otras con corrientes opuestas.
En este ecosistema literario, pensante y casi romántico, el espacio se vuelve implacable es entonces cuando se siente la tensión, las corrientes golpean con fuerza, el mercurio quiere predominar y la minga resistir; Las aguas se encuentran y es entonces, cuando empieza la batalla de dos opuestos completos que sin notarlo forman un remolino doliente que gira sobre sí una y otra vez. El indianizado sigue firme porque ya no está solo, dentro de sí se encuentra la mayor fuerza, la que se teje en comunidad, la que armoniza el pensamiento y la práctica y desde aquí se lucha con la miseria que construye la pirámide y el dolor con el cual se autocorona.
Los humanos nacen con la misma infortuna que los huevos de una tortuga, dejados a la orilla del mar, productos de una decisión reproductiva para mantener la especie, en la que nunca se decide, ni la ubicación geográfica, ni temporal, ni étnica, ni histórica; lanzados a una playa donde cada metro de arena es una probabilidad de muerte y todas las probabilidades están en contra de cada cría, cría de barrio, de centro de Ciudad, de las periferias, de los campos, de las selvas, donde una de cada mil pequeñas e indefensas tortugas logran llegar a la adultez porque guiadas por el reflejo lunar en el océano, las inocentes caminan directo a las gaviotas y los tiburones que quieren devorarlas por sus instintos depredadores, mientras ELLXS luchan por sobrevivir a una despiadada selección innatural, dónde hay que desadaptarse a las adaptaciones que ha hecho el sistema, si algún día quieren vivir. Esta vez se cuenta con la fortuna de un espacio en el que se aprende a proteger en el caparazón blindado de conocimiento y fuerza de voluntad, la capa-razón, para llegar al océano y mirar las aguas de frente.
Algunas aguas son hermosas y cristalinas, otras no, otras son peligrosas, violentas, casi mortales y entre tanto caos han perdido su origen, se han dejado convertir en la basura de la que tanto huían y han reafirmado su unión con el plástico, el icopor, el desecho y las redes de mentira , son aguas que hay que enfrentar con un instinto que va más allá de sobrevivir, en la casa de las ideas debe ser el de pervivir en comunidad, y será la brújula para el blindamiento de los sin, la capa-razón, que poco a poco va surfeando frente a la decadencia con fuerza, unión y consciencia hasta abrirse paso por el océano, reto para todos aquellos encerrados en el sistema hidráulico o abandonados en las arenas de la vida.
Es así como las paredes de la resiliencia buscan expandirse en la mente de las próximas guerreras oceánicas, para que siembren una semilla de paz y de resistencia en cada corriente que persigan, abonadas y en conjunto crezcan en un nuevo páramo, el páramo de las vertientes para las vertientes, el páramo de la vida para la vida, donde con las aguas renace la semilla de humanidad, que mora en crecimiento en la huerta de palabrandando.
Autoras: Valentina Sánchez Velásquez y Sairandelly Gil Martínez.
PALABRA-ANDANDO PARA TEJER-SER
PITCH
¿O será que somos nosotros los involucionados cuando nos dejamos manipular, manejar, enceguecer por los tentáculos de la hidra que nos tiene anestesiados?
Buenos días, me llamo luisa Gutiérrez estoy muy complacida de compartir con ustedes este tema para que nos ombliguemos con el pensamiento, el corazón y la acción para concientizarnos acerca
de las c.s que nos vente el capitalismo y las c.s otra que nos propone nuestro padrino sentí pensante Emanuel Rozental.
Escuchemos, escuchemos las voces de nuestros antepasados, volvamos a la tierra, a sentir, a sembrar y llenémonos de tierra, de esta matriz vital, la madre tierra, la madre mujer… dejemos de
ser individuales seamos colectivos, trabajemos todos juntos para ir al corazón del problema que es desconfiar y distanciarnos mientras obedecemos a los medios de comunicación amamantados de
poder.
Hoy estamos muertos, solamente falta que nos maten, indio es luchar por la liberación de la madre tierra, madre encadenada, torturada, violada y envenenada, desde una equidad, una
igualdad y necesidades básicas cubiertas, es mucho más rebelde y mucho más resistencia no utilizar las armas en el contexto en el que están buscando que las usemos para su beneficio La vida está en riesgo ¿y porque está en riesgo?
Es el poder y la manera de someterse al mismo, una clase dominante, domina el lenguaje, el sistema escoge, selecciona y define a sus propios enemigos y esclavos de manera que le sean
convenientes, es esto lo que alimenta a la hidra.
(Gutiérrez, 2020)
Coronavirus: del miedo a la esperanza
Por William Ospina
Un poeta, ensayista y novelista colombiano y su mirada de las señales que manda a la humanidad la crisis por el coronavirus. Llama a compartir la curiosidad, el miedo y la fragilidad, y también invita a utilizar este tiempo para meditar y crear.
Un poeta, ensayista y novelista colombiano y su mirada de las señales que manda a la humanidad la crisis por el coronavirus. Llama a compartir la curiosidad, el miedo y la fragilidad, y también invita a utilizar este tiempo para meditar y crear.
Parecen cosas que solo ocurren en los cuentos. Tener que quedarse forzosamente en casa, volver a alternar con los hijos, trabajar a distancia, consumir apenas lo indispensable, tratar de tener reservas de las cosas más básicas, querer respirar aire puro, esquivar las aglomeraciones, temer los contactos. Que de pronto se cierren las escuelas, se clausure el comercio, se cancelen los espectáculos, se paralicen las fábricas. Que de un momento a otro las economías se hundan, las monedas colapsen, los transportes se interrumpan, ¿qué nos dice la Tierra con todo esto?
Cuando se presentó la última gran pandemia, la de la gripe española de 1918, no se le experimentó de la misma manera. Era un hecho planetario, pero había que vivirla como un hecho local en todas partes. Ahora, por primera vez, sentimos que nos está ocurriendo lo mismo en el planeta entero. Esta sociedad ultrainformada y ultraglobalizada nos está brindando esa experiencia nueva de compartir la curiosidad, el miedo y la fragilidad de toda la humanidad, nos está haciendo comportar como especie. (Entérese de las últimas noticias de la pandemia).
Es extraño sentir por primera vez (porque antes fue distinto, y lo vivieron otros) que el tejido de la civilización se conmueve y parece vacilar. Casi nos alcanza el recuerdo de esos viejos oráculos que descifraban señales en el vuelo de las aves, mensajes en los hechos de la naturaleza y en las tragedias de la historia. Ya nada parece azaroso, ni siquiera las formas de las nubes, y al fin se nos revela cuán conectados estamos, de qué manera asombrosa está entretejido este mundo. Entonces cada uno de nosotros se pregunta cuál es el mensaje.
¿Que somos muchos ya? ¿Que devorar animales es dañino? ¿Que la mayor parte de los afanes del mundo son vanos? ¿Que la lentitud y la soledad son preferibles? ¿Que las ciudades, más allá de ciertos límites civilizados, son un error y una trampa? ¿Que el modelo económico en que vivimos no solo es desigual e injusto, sino absurdo y asombrosamente frágil? ¿Que las corporaciones pueden derrumbarse con la misma facilidad que los seres humanos? ¿Que lo que llamamos el poder es una brizna de hierba al viento de la historia? ¿Que así como Ricardo al final estaba dispuesto a cambiar su reino por un caballo, hay un momento en que cambiaríamos todas nuestras riquezas por un poco de aire puro en los pulmones, por un sorbo de agua en la garganta?
Todo viene a recordarnos que podemos vivir sin aviones, pero no sin oxígeno. Que los que más trabajan por la vida y por el mundo no son los gobiernos, sino los árboles. Que la felicidad es la salud, como quería Schopenhauer. Que, como dijo un latino, la religión no es arrodillarse, rezar y suplicar, sino mirarlo todo con un alma tranquila. Que si los humanos trabajamos día y noche por enrarecer la vida, por intoxicar el aire, por arrinconar al resto de los vivientes, por alterar los ritmos de la naturaleza, por destruir su equilibrio, el mundo tiene un saber más antiguo, un sistema de climas que se complementan, de vientos que arrasan, de catástrofes compensatorias, de silencios forzosos, de quietudes obligatorias, ejércitos invisibles que trazan líneas rojas, neutralizan los daños, controlan los excesos, imponen la moderación y equilibran la tierra.
Después de siglos de atesorar nuestro conocimiento, de valorar nuestro talento, de venerar nuestra audacia, de adorar nuestra fuerza, llega la hora en que también nos toca ponderar nuestra fragilidad, estimar nuestro asombro, respetar nuestro miedo.
También hay algo poético en el miedo: nos enseña los límites de la fuerza, el alcance de la audacia, el valor verdadero de nuestros méritos. Como el mar, sabe decirnos dónde hay algo que nos supera. Como la gravedad, nos muestra qué poderes están sobre nosotros. Como la muerte y como el cuerpo mismo, nos dice qué mandatos no podemos violar, qué no está permitido, qué frontera es sagrada. Y no lo hace con admoniciones ni discursos ni amenazas, sino con un lenguaje sin palabras, eficiente y sutil como un oráculo, que obra “sin lástima y sin ira”, como dijo un poeta, y que es luminoso e inflexible, como una llama.
Pero si el miedo es una reacción ante las amenazas del mundo, la angustia es una reacción ante las amenazas de la mente y de la imaginación. Hace evidente el misterio del mundo, aviva la memoria y sus fantasmas, revela la eficacia de lo invisible, el poder de lo desconocido.
Dicen que lo que no nos destruye nos hace más fuertes. Esa inminencia del desastre pone también un toque de magia aciaga en lo que parecía controlado, un sabor de alucinación en los días, suelta una ráfaga de locura sobre todo lo establecido, un destello de Dios en la prosa del mundo.
Y sentimos que hay algo que aprender de estas alarmas y peligros. Si todo lo más firme se conmociona, nos enseñan que todo puede cambiar, y no necesariamente para mal. Que si la tormenta lo estremece todo, nosotros también podemos ser la tormenta. Y que en el corazón de las tormentas también puede haber, como decía Chesterton, no una furia, sino un sentimiento y una idea.
En esa pausa de paciencia y de miedo ganan nuevo sentido las meditaciones de Hamlet y los delirios de don Quijote, los consejos de Cristo y las preguntas de Sócrates, los sueños de Scheherezada y la embriaguez de Omar Kayam. Si hay un mundo cansado y enfermo que cruje y se derrumba, tiene que haber un mundo nuevo que se gesta y que nos desafía.
Queremos de pronto decir como Barba Jacob: “¡Dadme vino y llenemos de gritos las montañas!”. Queremos decir, como Nietzsche: “Y que todos los días en que no hayamos danzado por lo menos una vez se pierdan para nosotros, y que nos parezca falsa toda verdad que no traiga consigo cuando menos una alegría”.
EL LIBERALISMO
INTRODUCCIÓN
Los filósofos, sociólogos y economistas del siglo XVIII y primera parte del XIX formularon un programa político que presidió el orden social en Inglaterra y los EE UU primero; en el continente europeo, después, y, finalmente, en otros lugares del mundo. Sin embargo, ese programa no fue aplicado íntegramente en parte alguna. Sus defensores no consiguieron que sus ideas fueran aceptadas en su totalidad ni siquiera en la Gran Bretaña, en el país liberal por excelencia. El resto del mundo aceptó tan sólo algunas partes, rechazando desde un principio otras no menos importantes o abandonándolas al poco de su implantación. Exageraría quien dijera que el mundo llegó a conocer una verdadera era liberal, pues el liberalismo nunca pudo funcionar a plenitud.
Con todo, aunque su predominio fue breve e incompleto, el liberalismo logró transformar la faz de la tierra. Produjo un desarrollo económico sin precedentes en la historia del hombre. Al liberar las fuerzas productivas, los medios de subsistencia se multiplicaron como por encanto. Cuando empezó la Primera Guerra Mundial (consecuencia ella misma de larga y áspera oposición a los principios liberales y que, a su vez, iba a dar inicio a un período de aún más agria resistencia al liberalismo), nuestro planeta tenía una población incomparablemente mayor que nunca antes y la inmensa mayoría gozaba de un nivel de vida incomparablemente superior. La prosperidad engendrada por el liberalismo redujo drásticamente el azote de la mortalidad infantil y elevó sustancialmente el promedio de vida.
Tal prosperidad en modo alguno benefició exclusivamente a una clase específica de privilegiados. Muy por el contrario, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, el obrero europeo, el americano y el de los dominios británicos vivía mejor y más confortablemente que los aristócratas de épocas muy cercanas. Comía y bebía lo que quería; podía dar buena instrucción a sus hijos; podía, si quería, tomar parte en la vida intelectual y cultural de su país y, de poseer la energía y el talento necesarios, no le resultaba difícil ascender y mejorar su status social. En las naciones donde más influencia había alcanzado la filosofía liberal, la cúspide de la pirámide social se hallaba generalmente ocupada por personas que, sabiendo aprovechar las circunstancias, consiguieron ascender a los puestos más envidiados gracias a su esfuerzo personal. Desaparecían las barreras que en otras épocas separaban a siervos y señores. Ya no había más que ciudadanos, sujetos todos a un mismo derecho. Nadie era discriminado o importunado por razón de su nacionalidad, opinión o credo. En los pueblos civilizados no había persecuciones políticas ni religiosas y las guerras internacionales eran menos frecuentes. Hubo optimistas que comenzaban a entrever una era de paz perpetua.
Pero las cosas cambiaron pronto. Gran parte de los logros liberales fueron desvirtuados por las poderosas y violentas corrientes de opinión antiliberal que surgieron en el propio siglo XIX. Nuestro mundo actual no quiere ya ni oír hablar del liberalismo. El término «liberal», salvo en Inglaterra, es objeto de condena por doquier. Hay todavía «liberales» en Gran Bretaña, pero la mayor parte de ellos lo son sólo de nombre. Más exacto sería calificarlos de socialistas moderados. El poder público se halla hoy en día, por doquier, en manos de las fuerzas antiliberales. Los programas de tales partidos desencadenaron, ayer, la Primera Guerra Mundial y, actualmente, por virtud de cuotas de importación y exportación, tarifas aduaneras, barreras migratorias y medidas similares, están aislando cada vez más a todas las naciones. Esos mismos idearios han auspiciado, en la esfera interna de cada país, experimentos socialistas que sólo han servido para reducir la productividad del trabajo y aumentar la escasez y la pobreza.
Sólo quien voluntariamente cierre los ojos a la realidad puede dejar de ver por doquier signos anunciadores de una inminente catástrofe económica de ámbito mundial. El antiliberalismo apunta hacia el colapso de nuestra civilización.
Quien desee informarse de qué es, realmente, el liberalismo y cuáles sus metas, no puede contentarse con la simple lectura de los primeros liberales y los resultados que consiguieron alcanzar, pues, como decíamos, el liberalismo jamás logró implantar ese ideario en parte alguna.
Las manifestaciones de los partidos que hoy se denominan liberales tampoco sirven para ilustrarnos acerca de qué sea el auténtico liberalismo. Incluso en Inglaterra, como señalábamos, la filosofía que actualmente se considera liberal se halla mucho más cerca de los «tories y los socialistas que del viejo programa librecambista. Cuando uno se encuentra con liberales que admiten la nacionalización de los ferrocarriles, de las minas y de otras empresas, apoyando incluso la implantación de tarifas proteccionistas, hay que llegar a la conclusión de que, en la actualidad, del liberalismo no queda sino el nombre.
La lectura de los escritos de los grandes fundadores de la escuela tampoco basta para abarcar actualmente la idea liberal. Porque el liberalismo, en modo alguno, no constituye un dogma fijo, ni una doctrina congelada; al contrario, es la aplicación a la vida social de descubrimientos científicos específicos. Por lo mismo que los conocimientos económicos, sociológicos y filosóficos no han dejado de progresar desde la época de David Hume, Adam Smith, David Ricardo, Jeremy Bentham y Wilhelm Humboldt, la teoría liberal también difiere hoy de la que presentaban aquellos autores, aun cuando las bases fundamentales no hayan cambiado. Nadie, desde hace mucho tiempo, se ha tomado la molestia de formular una exposición concisa de qué es el liberalismo actual; eso parece justificar la aparición del presente ensayo.
¿ QUE ES EL LIBERALISMO ?
Dar una definición de LIBERALISMO es una tarea difícil. Esta definición es un fenómeno histórico; en primer lugar, la historia del Liberalismo está ligada estrechamente con la historia de la democracia, por lo cual es difícil encontrar un consenso sobre lo que hay de liberalismo y lo que hay de democracia en las actuales democracias liberales. Si desde el punto de vista de los hechos es difícil una distinción, dado que la democracia ha producido una transformación más cuantitativa que cualitativa del estado liberal, lógicamente ésa seguirá necesaria siempre, porque el Liberalismo es precisamente el criterio que distingue la democracia liberal de las democracias no liberales, por ejemplo la plebiscitaria o consulta del voto popular directo, la populista, la totalitaria etc. Máximo de productividad económica, libertad individual y justicia social.
El Liberalismo, es una doctrina económica, política y hasta Filosófica; esto es una teoría sobre como funciona la sociedad y, en consecuencia, un planteamiento de las cosas que se deben hacer para su mejor desenvolvimiento. Procura, en última instancia, el progreso externo, el bienestar material y no se ocupa directamente, desde luego, de sus necesidades espirituales. No promete al hombre felicidad y contento; simplemente la satisfacción de aquellos deseos que, a través del mundo externo, cabe atender. Dicha doctrina presupone que la inmensa mayoría de las personas prefiere la abundancia a la pobreza: en ese sentido, busca "el mayor bienestar del mayor numero". Aboga principalmente por:
El desarrollo de la libertad personal individual y, a partir de ésta, por el progreso de la sociedad;
El Liberalismo implica prácticamente, que el hombre como ser racional, sea quien decida, como pensar y de que manera debe actuar; en si, tener libertad de pensamiento;
Libertad de transito;
Libertad de educación;
Libertad de culto y;
libertad de escoger a sus gobernantes.
Hoy en día se considera que el objetivo político del neoliberalismo es la democracia, pero en el pasado muchos liberales consideraban este sistema de gobierno como algo poco saludable por alentar la participación de las masas en la vida política. A pesar de ello, el liberalismo acabó por confundirse con los movimientos que pretendían transformar el orden social existente mediante la profundización de la democracia. Debe distinguirse pues entre el liberalismo que propugna el cambio social de forma gradual y flexible, y el radicalismo, que considera el cambio social como algo fundamental que debe realizarse a través de distintos principios de autoridad.
Entonces, la idea de liberalismo se dividía en dos: la primera, establecerse en una forma gradual, sin incluir dentro de las reglas la democracia en virtud de que consideraban la intervención de las masas en la vida política perjudicial; y la Segunda el radicalismo, la cual consideraba el cambio total, o sea a través de los distintos principios de autoridad.
Entre los siglos XVII y XIX, los liberales lucharon en primera línea contra la opresión, la injusticia y los abusos de poder, al tiempo que defendían la necesidad de que las personas ejercieran su libertad de forma práctica, concreta y material.
ORIGEN DEL LIBERALISMO
Un examen de los tres siglos de liberalismo, muestra sobre todo la sorprendente variedad de los liberalismos: hay varios tipos históricos del credo liberal y varios tipos de discurso liberal. Hay dos tipos de obstáculos a la libertad, sobre todo el que atormentaba a Locke, el absolutismo y las diferentes concepciones del liberalismo. Encontramos pues los Liberales radicales, los liberales confesionistas, los pragmáticos, los utilitaristas, los que lo relacionan con la economía, los que consideran que la religión no debe participar dentro del gobierno, los humanistas, etc.
A raíz de todo esto, se dice que, el liberalismo surge como la síntesis de varios elementos, los cuales van conjugándose y adaptándose recíprocamente durante varios siglos. Pero los factores que actúan como catalizadores de realidades e ideologías heterogéneas y divergentes serán la concepción antropológica individualista y la de una libertad absoluta y omnímoda.
BASES DEL LIBERALISMO
Las bases teóricas del liberalismo económico pueden sintetizarse así:
La sociedad está regida por leyes naturales universales permanentes;
La esfera económica está regida únicamente por el interés personal, y la competencia de los esfuerzos individuales asegura el triunfo de los más hábiles y mejores;
El destino humano se realiza por la libre acción individual. El estado debe limitarse a lograr la seguridad interna y la defensa del país, pues en los demás problemas, cuando fomenta, entorpece, y cuando reglamenta, desorganiza.
LA META DEL LIBERALISMO
Suele la gente pensar que el liberalismo se distingue de otras tendencias políticas en que procura beneficiar a determinada clase -la constituida por los poseedores, los capitalistas y los grandes empresarios - en perjuicio del resto de la población. Esa suposición es completamente errónea. El liberalismo ha pugnado siempre por el bien de todos. Tal es el objetivo que los utilitaristas ingleses pretendían describir con su no muy acertada frase de «la máxima felicidad, para el mayor número posible ". Desde un punto de vista histórico, el liberalismo fue el primer movimiento político que quiso promover no el bienestar de grupos específicos sino el general. Difiere el liberalismo del socialismo - que igualmente proclama su deseo de beneficiar a todos - no en el objetivo perseguido, sino en los medios empleados.
Hay, sin embargo, quienes opinan que las consecuencias del liberalismo, por la propia naturaleza del sistema, al final resultan favoreciendo los intereses de una clase específica. Esa afirmación merece ser discutida. Una de las objetivos de esta obra es demostrar que carece de fundamento.
REQUISITOS Y CARACTERÍSTICAS DEL LIBERALISMO
Se resume los requisitos y características del liberalismo de la siguientes manera:
No intervención de la Iglesia ni de los grupos religiosos en el estado ni en sus opiniones y resultados;
No intervención de los intereses militares en otros países:
No explotación de los Indígenas;
Practica de una economía cosmopolita de ayuda internacional mutua;
No a los monopolios;
No al control del estado en la economía (capitalismo);
No a la opresión ni abusos de poder;
Que el efecto de una idea es más importante que su origen (pragmatismo);
Que los seres se dediquen solos a encontrar la verdad (humanismo);
Considerar que todo lo que es útil es bueno (utilitarismo)
Derecho al sufragio y a la participación en la vida comunitaria;
Pluralismo absoluto; sistema por el cual se acepta o reconoce la pluralidad de doctrina o métodos en materia política, económica etc.;
Libertad de conciencia y de creencia.
Libertad de disfrute de derechos establecidos;
La libertad de vivir como a cada quien le parezca.
RESUMEN DE LIBERALISMO Y SU HISTORIA
Teniendo en cuenta el intervensionismo del liberalismo no solo en el Gobierno, Economía y Religión, se resume su participación a través de la historia de la siguiente manera:
Desde el punto de vista con el tipo de Gobierno con que cuente el país:
El desarrollo del liberalismo en un país concreto, desde una perspectiva general, se halla condicionado por el tipo de gobierno con que cuente ese país. Por ejemplo, en los países en que los estamentos políticos y religiosos están disociados, el liberalismo implica, en síntesis, cambios políticos y económicos. En los países confesionales o en los que la Iglesia goza de gran influencia sobre el Estado, el liberalismo ha estado históricamente unido al anticlericalismo.
En política interior, los liberales se oponen a las restricciones que impiden a los individuos ascender socialmente, a las limitaciones a la libertad de expresión o de opinión que establece la censura y a la autoridad del Estado ejercida con arbitrariedad e impunidad sobre el individuo.
En política internacional los liberales se oponen al predominio de intereses militares en los asuntos exteriores, así como a la explotación colonial de los pueblos indígenas, por lo que han intentado implantar una política cosmopolita de cooperación internacional.
En cuanto a la Economía: los liberales han luchado contra los monopolios y las políticas de Estado que han intentado someter la economía a su control.
Respecto a la Religión: el liberalismo se ha opuesto tradicionalmente a la interferencia de la Iglesia en los asuntos públicos y a los intentos de grupos religiosos para influir sobre la opinión pública.
Entre los siglos XVII y XIX, los liberales lucharon en primera línea contra la opresión, la injusticia y los abusos de poder, al tiempo que defendían la necesidad de que las personas ejercieran su libertad de forma práctica, concreta y material.
Hacia mediados del siglo XIX, muchos liberales desarrollaron un programa más pragmático que abogaba por una actividad constructiva del Estado en el campo social, manteniendo la defensa de los intereses individuales. Los defensores de este tipo de liberalismo argumentan que la Iglesia y el Estado no son los únicos obstáculos en el camino hacia la libertad, y que la pobreza también puede limitar las opciones en la vida de una persona, por lo que aquélla debe ser controlada por la autoridad real.
Humanismo, en filosofía, actitud que hace hincapié en la dignidad y el valor de la persona. Uno de sus principios básicos es que las personas son seres racionales que poseen en sí mismas capacidad para hallar la verdad y practicar el bien. Después de la edad media, el liberalismo se expresó quizá por primera vez en Europa bajo la forma del humanismo, que reorientaba el pensamiento del siglo XV para el que el mundo (y el orden social), emanaba de la voluntad divina. En su lugar, se tomaron en consideración las condiciones y potencialidad de los seres humanos.
En el siglo XVII, durante la Guerra Civil inglesa, algunos miembros del Parlamento empezaron a debatir ideas liberales como la ampliación del sufragio, el sistema legislativo, las responsabilidades del gobierno y la libertad de pensamiento y opinión.
En Gran Bretaña el liberalismo fue elaborado por la escuela utilitarista, principalmente por el jurista Jeremy Bentham y por su discípulo, el economista John Stuart Mill. Los utilitaristas reducían todas las experiencias humanas a placer y dolor, y sostenían que la única función del Estado consistía en incrementar el bienestar y reducir el sufrimiento pues si bien las leyes son un mal, son necesarias para evitar males mayores.
Para los pragmáticos.- "a prueba de la verdad de una proposición es su utilidad práctica; el propósito del pensamiento es guiar la acción, y el efecto de una idea es más importante que su origen".
CONCEPCIÓN FILOSÓFICA DEL LIBERALISMO
El liberalismo es una doctrina filosófica y política que se caracteriza por ser una concepción individualista, en otras palabras, es una concepción para la cual el individuo y no los grupos constituyen la verdadera esencia; citando nuevamente a García Pelayo: "Los valores individuales son superiores a los colectivos y el individuo decide su destino y hace historia".
En su aspecto predominantemente filosófico, el liberalismo es una posición intelectual que basa exclusivamente en la fuerza de la razón la posibilidad de interpretar los fenómenos, con autonomía de todo principio que se considere absoluto o superior. Particularmente por este aspecto - desvincular al individuo de toda instancia sobrenatural - ha sido motivo de condenaciones pontificias.
Puede, empero, hablarse también más específicamente de un liberalismo político - sin desconocer en éste aquella influencia política, - que centra su punto de vista en las relaciones entre los individuos y el Estado; o de un liberalismo económico, referido a la limitación de los controles de la economía
JOHN LOCKE
La palabra liberalismo es multívoca y encubre una serie de contenidos de carácter político, social y económico, que muchas veces nuclea a hombres que se encuentran en posiciones totalmente discrepantes.
Hay un liberalismo filosófico, liberalismo económico, liberalismo político, neo-lieralismos. En la Historia de las ideas y de las realizaciones políticas argentinas, en la década del 80, se enfrentaron un tipo de liberalismo LAICISTA - sostenido por Eduardo WILDE - y el roquismo; y otro tipo de liberalismo sostenido por ESTRADA, ACHAVAL y GOYENA, muy distinto por cierto, al primero.
De allí, que al hablar de LOCKE - a quien se considera en general como padre del liberalismo - debamos precisar qué tipo de liberalismo es el preconizado por LOCKE. Hemos visto la línea absolutista, que se encuentra representada por los Estuardos, JACOBO I, CARLOS I, CARLOS II y finalmente, el último JACOBO II. Y también por los escritores que avalan las tesis absolutistas como FILLMER y HOBBES.
En 1688 se produce la disposición del último Estuardo. Jacobo II encontró grandes resistencias en Inglaterra por su absolutismo, y también por su catolicismo. Finalmente llega a Inglaterra GUILLERMO de ORANGE - que viene de Holanda - que es yerno de Jacobo II, y se produce así, esta revolución que los ingleses denominan "gloriosa" o "revolución sin sangre"; que significaba la consolidación del liberalismo político en Inglaterra, o mejor aún, la confirmación de la supremacía del Parlamento frente a las prerrogativas de la Corona. Esta revolución de 1688, significa prolongar esa vieja línea inglesa que se remonta a la Edad Media, y que tuvo una clara expresión en 1215 al suscribirse la Carta Magna; y que periódicamente se pone de manifiesto a través de la suscripción de Bills of Wrights. Los privilegios que primero se defienden contra la Corona o contra determinados sectores, paulatinamente van transformándose en DERECHOS INDIVIDUALES para toda la población. Todavía, en 1688, hay discriminaciones - particularmente con los católicos que son minoría -, pero poco a poco, esta corriente liberal irá propendiendo la preservación de los derechos individuales para todos los habitantes de gran Bretaña. Este es el liberalismo de LOCKE. El liberalismo que afirma la existencia de derechos individuales anteriores al Estado; liberalismo que es la antítesis del absolutismo. Liberalismo que encuentra su pontífice, su justificador, su gran sistematizador, en JOHN LOCKE.
En 1688, Locke se encuentra en el exilio en Holanda. En 1689, cuando la hija de Jacobo I viaja a Inglaterra para ser coronada con Guillermo de Orange, va en el mismo barco John Locke quien trae en sus maletas dos ensayos inéditos, uno sobre el entendimiento humano; el otro se titula "Dos tratados sobre el Gobierno Civil". En estos libros, Locke pone de manifiesto la promiscua influencia que en él han ejercido distintas corrientes doctrinarias. Locke estudió en la Universidad de Oxford. En el siglo XVII, la enseñanza se impartía todavía, según cánones rigurosamente escolásticos. Además, si leemos este pequeño libro de Locke, "Dos tratados sobre el Gobierno Civil", o mejor dicho "Segundo ensayo sobre el Gobierno Civil", porque al primero ya no se lo edita, por cuanto se trata simplemente de una refutación a Fillmer, que hoy no tiene importancia. Si lo leemos veremos que periódicamente Locke cita a Hooker. Y Hooker es justamente un Tomista anglicano inglés que se opuso al absolutismo de Fillmer. Así, a través de Hooker, Locke se vincula a la vieja tradición populista del medioevo -particularmente a la sistematización de Santo Tomás de Aquino-. Como consecuencia de esta influencia medieval manifiesta, en Locke se advierten las limitaciones éticas al ejercicio del poder; que son por cierto ajenas a la línea absolutista de Hobbes. Pero al mismo tiempo, Locke - que ha residido en Holanda- ha recibido también el impacto de la nueva filosofía de DESCARTES, de la crítica a la teoría del conocimiento tradicional, Locke en su ensayo sobre el entendimiento humano, es un precursor del posterior empirismo inglés, que tiene expositores como HUME, y que paulatinamente va evolucionando hacia un pragmatismo, hacia un utilitarismo, hacia un hedonismo.
En Locke, hay una dosis de pesimismo en cuanto a la posibilidad de conocer el mundo del espíritu. Es un psicologismo precursor -como dijéramos- de ese empirismo prototípico de Hume.
Y aquí, al computar estas dos influencias, encontramos desde ya una contradicción importante en el pensamiento de Locke, porque la lectura de su "Ensayo sobre el Gobierno Civil" nos revela la existencia de limitaciones éticas de gran envergadura, que son como el sostén de todos sus tratados. Hay una constante afirmación de la prioridad de la ley natural y de la moral. Y realmente, para hablar de ley natural y de moral es necesario tener una epistemología optimista, una gnoseología que nos permita conocer las cosas en sí mismas, conocer pautas de verdad, y no exclusivamente adherirnos a una fenomenología que nos impida conocer antológicamente las cosas en sí mismas. Salvo que lleguemos a esta ética práctica, a través de un juicio práctico, al estilo de KANT. Lo cierto es que el posterior empirismo inglés, evoluciona más bien hacia un hedonismo, hacia un egoísmo, hacia el cálculo del placer como elemento único para distinguir el bien individual.
En Locke, aún cuando le falta una adecuado sustento filosófico, sin embargo, las limitaciones de carácter ético se encuentran presentes a lo largo de toda su obra.
Locke toma como punto de partida una noción, una ficción política compartida por los voluntaristas: el ESTADO DE NATURALEZA, el estado pre-social, el estado pre-político. Y esto, porque Locke es profundamente individualista; y considera que incluso el acceso a la politicidad se opera como consecuencia de un acto de voluntad libre.
Los hombres - en este estado de naturaleza- viven en situación relativamente feliz. Es un estado de naturaleza que difiere del descrito por Hobbes. La antropología de Locke no es tan pesimista como la de Hobbes. Este pretendía que "el hombre es un lobo para el hombre". Tampoco incurre Locke, en las desviaciones mitológicas de Rousseau sobre la bondad del hombre en el estado de naturaleza. La concepción de Locke es una concepción judeocristiana. El hombre tiene una naturaleza caída, como consecuencia del pecado original. Y los hombres - en el estado de naturaleza - viven en situación de relativa felicidad y son titulares de derechos individuales, que Locke - en su libro - a veces engloba bajo en término PROPERTY, que mal traducido figura en la edición castellana, como "propiedad". El mismo en otras páginas aclara que en esta palabra involucra: derecho a la vida, derecho a la seguridad, derecho a las libertades individuales y el derecho a la propiedad.
Con relación a la propiedad inmueble, dice que también ante la primitiva no-ocupación, el hombre ha cercado y ha mezclado su trabajo personal con la tierra, generándose así el derecho de propiedad. Por cierto, descarta que este derecho de propiedad podrá ser compartido por muchos.
Todo esto nos indica que Locke tenía una noción no-absoluta e ilimitada del derecho de propiedad, no obstante ser - como es - el padre del liberalismo.
Los hombres pues, para preservar y disfrutar mejor de estos derechos individuales, resuelven abandonar la etapa pre-social y pre-política, formulando así un contrato multilateral que es distinto al de Hobbes y al de Rosseau. Porque aquí, los hombres no se alienan, no se enajenan totalmente, no entregan la totalidad de los derechos individuales.
La única atribución que los hombres entregan, es esa de repeler mediante la fuerza, la agresión ajena. Es el PODER COACTIVO, que pasará ahora a ser patrimonio del Estado que se forma en este contrato multilateral. Justamente, para garantizar la segura represión de la violación de los derechos individuales. Y, aunque Locke no distingue claramente dos etapas contractuales, como los neo-escolásticos españoles - particularmente MARIANA, implícitamente surge en sus capítulos, la existencia de esos dos períodos. El primero, un contrato multilateral para formar la comunidad política. El segundo, un pacto bilateral con obligaciones recíprocas para gobernantes y gobernados, tendiente a determinar quién ha de ejercer el poder estatal.
Hemos visto que los hombres han salido del estado de naturaleza para mejor preservar los derechos individuales. Y aquí es interesante señalar que el aspecto negativo - si se quiere - del liberalismo primigenio, no es justamente la afirmación de los derechos individuales; sino la ausencia de una clara noción - en Locke - de bien común. Y en este sentido, no aprovecha cabalmente las enseñanzas de Sto. Tomás de Aquino, a pesar de conocerlas por su formación escolástica. Hay en Locke, una presencia constante de la Justicia conmutativa, que regula las relaciones entre los ciudadanos. Y también la Justicia distributiva conforme a la cual, la autoridad está facultada para imponer determinadas sanciones - por ejemplo - a los transgresores. Pero se encuentra ausente una clara sistematización de la JUSTICIA LEGAL, que hoy se denomina Justicia Social. Y que ya Sto. Tomás la distingue en su clasificación tripartita de la Justicia. Si leemos algunos escritos del Papa Pío XI, o la encíclica "Pacem in Terris" de Juan XXIII, veremos que desde la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia se dice que en nuestro tiempo se considera logrado el bien común cuando se encuentran preservados y garantizados los derechos y los deberes de la persona humana.
Pero la diferencia grande entre la posición del liberalismo primigenio y esta otra posición, radica en que aquí, estos derechos personales y sociales, son encarados en función del bien común. Para ello, el gobernante es un servidor de la comunidad; es alguien que debe promover el bien común.
En el liberalismo primigenio de Locke, el gobernante ha recibido exclusivamente la facultad de reprimir las violaciones que los hombres hagan, de los derechos individuales del prójimo. Locke no está diseñando el esquema del estado gendarme, del estado policía; del estado arquetípico del Liberalismo; que no interviene ni en lo económico ni en lo social, que cuida el orden en las calles. Y en esta perspectiva preserva la existencia de los bienes particulares, tal cual se encuentran. Y esto, en la práctica, se traduce en el disfrute de esos derechos individuales, exclusivamente por el sector que de hecho puede ejercerlos.
En cambio, en la perspectiva de Juan XXIII, - o en la anterior de Pío XI - estos derechos personales y sociales son concebidos en forma integral para todos. Y el gobernante no tiene un simple rol de espectador - como en el primigenio liberalismo - sino que actúa en función de ese principio de subsidiaridad, que nítidamente ya, describe Pío XI en "Quadragessimo anno", conforme al cual, el estado interviene de manera supletoria para promover, para coordinar, para suplir la iniciativa privada de las personas y de los grupos; en orden siempre, al bien común. Hay allí, una clara visión de la Justicia Legal y del bien común, que se encuentran por momentos esbozados por Locke, pero no ahondados. Al menos, los seguidores y continuadores del liberalismo, teóricamente
- porque en la práctica esto no fue siempre aplicable - preconizaron este estado gendarme; el estado que no interviene ni en lo económico ni en lo educacional, ni en lo social.
Locke, a diferencia de Rosseau, advierte la posibilidad de que quien ejerza el poder, en lugar de promover el respeto a los derechos individuales tal cual están, se transforme en tirano. Y aquí estamos nuevamente en el plano de las influencias tomistas. Incluso por momentos Locke utiliza el mismo léxico - cuando habla de que sedicioso es, en estos casos, no quien resiste al tirano sino el propio tirano -. Y Locke está pensando aquí posiblemente en Carlos II o en Jacobo II, y está procurando legitimar la revolución de 1688. Locke afirma nítidamente, pues, el derecho de resistencia contra los distintos órganos en que se organiza el poder. Porque en Locke ya hay un preanuncio de la división de funciones, que luego va a diseñar Montesquieu. Habla de un Poder Legislativo que debe procurar - dice - la libertad; de un Poder Ejecutivo, que será ejercido por el rey y de un Poder Federativo que ubica también en la persona del rey.
Locke admite la posibilidad de que el rey se transforme en tirano, en cuyo caso, agotados los medios humanos, los hombres pueden apelar al cielo; así llama él al derecho de resistencia. E implícitamente lo admite contra el Parlamento, porque afirma que éste está sujeto a las determinaciones inviolables de la ley natural. En esta perspectiva, Locke resuelve la problemática de estado y derecho, siguiendo esa vieja tradición, que se remonta a los estoicos romanos, afirmando la prioridad del derecho. La existencia de normas éticas - porque el derecho en la perspectiva del hombre es una rama de la ética - irrenunciables, que deben ser observadas por los gobernantes. Lamentablemente su débil gnoseología y epistemología, favorecerá la evolución en Inglaterra de este liberalismo
-no en función de pautas éticas- sino más bien, en función del egoísmo y del placer.
La influencia de Locke, ha sido profunda y manifiesta. Además de ser el padre del liberalismo, es el padre y el propulsor del constitucionalismo. Porque el constitucionalismo es una corriente jurídica y política, que propende a la preservación de los derechos individuales, a cuyo efecto recurre a la sanción de CÓDIGOS en los cuales se declaran inviolables esos derechos y en los que se establecen una división de las funciones, para evitar que se entronice el despotismo. Locke, pues, es el padre del constitucionalismo de Occidente. Su influencia en los EE.UU., para uno de cuyos estados proyectó incluso, un esbozo de constitución, es manifiesta. La declaración de la independencia, cuyo texto se atribuye a Jefferson, está redactada en términos que nos recuerdan de manera casi literal la obra de Locke. La Constitución de Philadelfia de 1787 también es recipiendaria de su influencia. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, también nos pone de relieve la presencia de Locke en el pensamiento francés precursor de este movimiento.
Claro está que la revolución de 1688 en Inglaterra, fue eminentemente política. "La Historia Inglesa - dice Garcia Pelayo - es un cauce a través del cual pasa la vida". Y "los movimientos, con frecuencia se realizan no para abandonar un cauce, sino para retornar a una cauce abandonado". Y aquí, en este caso, los ingleses procuraban reencontrarse con esa vieja tradición jalonada por sucesivos bills of rights. Los ingleses tuvieron una noción de la libertad, muy concreta. Libertades específicas: libertad de reunión, libertad de palabra, libertad de movimiento; libertades concretas. Esta afirmación de la libertad frente al absolutismo, al trasladarse a Francia, adquiere contornos distintos; justamente porque el absolutismo había prendido allí tan fuertemente, que se había quebrado ya el vinculo con la vieja libertad populista de la Edad Media. Así, explicablemente, los escritos de los franceses precursores de la Revolución Francesa se vinculan más bien a una libertad abstracta un tanto distante y diferente de las libertades concretas de los anglosajones.
En la Revolución Francesa se adorará a la nueva Diosa Razón. Con la Revolución triunfa:
El liberalismo como ideología
El capitalismo económico como sistema
El laicismo como espíritu
Cuando se habla hoy de "liberalismo" se está incluyendo las tres cosas.
Sin embargo, en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, advertimos la afirmación del derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la resistencia, a la opresión, en términos similares a los diseñados por Locke. Claro está que en esta Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se advierten las dos influencias no distinguidas por los contemporáneos: en un sentido, este liberalismo precursor del constitucionalismo - que en Occidente después evoluciona paulatinamente y se transforma de constitucionalismo individual, en constitucionalismo social; y que acuerda entonces, ahora sí, al estado, un rol supletorio para la promoción del bien común -. Pero tanto el constitucionalismo individual, como el constitucionalismo social, tienen en común, la afirmación de derechos personales anteriores al estado: la afirmación de que el derecho precede al estado. En la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se encuentra también presente la otra influencia; la influencia absolutista que en Rosseau se disfraza de democracia; y que en los sucesos posteriores a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano prevaleció a través de los jacobinos, que dieron a Francia un baño de sangre, en nombre de la voluntad general. También hemos indicado que en el s. XX - esta corriente absolutista y democratista - evoluciona y es - a decir de George Burdeau - el "back ground" de las llamadas democracias populares. Rosseau, es pues, el precursor - en el s. XVIII - del marxismo-leninismo. Y Locke y Montesquieu, son los precursores del constitucionalismo de Occidente.
LIBERALISMO PRAGMÁTICO
Pragmatismo, doctrina filosófica desarrollada por los filósofos estadounidenses del siglo XIX Charles Sanders Peirce, William James y otros, según la cual la prueba de la verdad de una proposición es su utilidad práctica; el propósito del pensamiento es guiar la acción, y el efecto de una idea es más importante que su origen. El pragmatismo fue la primera filosofía de Estados Unidos desarrollada de forma independiente. Se opone a la especulación sobre cuestiones que no tienen una aplicación práctica. Afirma que la verdad está relacionada con el tiempo, lugar y objeto de la investigación y que el valor es inherente tanto por sus medios como por sus fines. Fue la manera dominante de abordar la filosofía en los Estados Unidos durante el primer cuarto del siglo XX.
Hacia mediados del siglo XIX, muchos liberales desarrollaron un programa más pragmático que abogaba por una actividad constructiva del Estado en el campo social, manteniendo la defensa de los intereses individuales.
Los seguidores actuales del liberalismo más antiguo rechazan este cambio de actitud y acusan al liberalismo pragmático de autoritarismo camuflado.
Los defensores de este tipo de liberalismo argumentan que la Iglesia y el Estado no son los únicos obstáculos en el camino hacia la libertad, y que la pobreza también puede limitar las opciones en la vida de una persona, por lo que aquélla debe ser controlada por la autoridad real.
HUMANISMO
Humanismo, en filosofía, actitud que hace hincapié en la dignidad y el valor de la persona. Uno de sus principios básicos es que las personas son seres racionales que poseen en sí mismas capacidad para hallar la verdad y practicar el bien. El término humanismo se usa con gran frecuencia para describir el movimiento literario y cultural que se extendió por Europa durante los siglos XIV y XV. Este renacimiento de los estudios griegos y romanos subrayaba el valor que tiene lo clásico por sí mismo, más que por su importancia en el marco del cristianismo.
Después de la edad media, el liberalismo se expresó quizá por primera vez en Europa bajo la forma del humanismo, que reorientaba el pensamiento del siglo XV para el que el mundo (y el orden social), emanaba de la voluntad divina. En su lugar, se tomaron en consideración las condiciones y potencialidad de los seres humanos.
El humanismo se desarrolló aún más con la invención de la imprenta que incrementó el acceso de las personas al conocimiento de los clásicos griegos y romanos. La publicación de versiones en lenguas vernáculas de la Biblia favoreció la elección religiosa individual. Durante el renacimiento el humanismo se impregnó de los principios que regían las artes y la especulación filosófica y científica. Durante la Reforma protestante, en algunos países de Europa, el humanismo luchó con intensidad contra los abusos de la Iglesia oficial.
Según avanzaba el proceso de transformación social, los objetivos y preocupaciones del liberalismo evolucionaron. Pervivió, sin embargo, una filosofía social humanista que buscaba el desarrollo de las oportunidades de los seres humanos, y así también las alternativas sociales, políticas y económicas para la expresión personal a través de la eliminación de los obstáculos a la libertad individual.
EL LIBERALISMO MODERNO
En el siglo XVII, durante la Guerra Civil inglesa, algunos miembros del Parlamento empezaron a debatir ideas liberales como la ampliación del sufragio, el sistema legislativo, las responsabilidades del gobierno y la libertad de pensamiento y opinión.
Las polémicas de la época engendraron uno de los clásicos de las doctrinas liberales: Areopagitica (1644), un tratado del poeta y prosista John Milton en el que éste defendía la libertad de pensamiento y de expresión.
Uno de los mayores oponentes al pensamiento liberal, el filósofo Thomas Hobbes, contribuyó sin embargo al desarrollo del liberalismo a pesar de que apoyaba una intervención absoluta y sin restricciones del Estado en los asuntos de la vida pública. Hobbes pensaba que la verdadera prueba para los gobernantes debía ser por su efectividad y no por su apoyo doctrinal a la religión o a la tradición. Su pragmático punto de vista sobre el gobierno, que defendía la igualdad de los ciudadanos, allanó el camino hacia la crítica libre al poder y hacia el derecho a la revolución, conceptos que el propio Hobbes repudiaba con virulencia.
OTROS PENSADORES DEL LIBERALISMO
Para Voltaire, al igual que para el filósofo y dramaturgo francés Denis Diderot, el Estado es un mecanismo para la creación de felicidad y un instrumento activo diseñado para controlar a una nobleza y una Iglesia muy poderosas. Ambos consideraban ambas instituciones como las dedicadas con mayor intemperancia al mantenimiento de las antiguas formas de poder.
En España y Latinoamérica, a comienzos del siglo XIX se generalizó entre los pensadores y políticos ilustrados una poderosa corriente de opinión liberal. La propia palabra ‘liberal’ aplicada a cuestiones políticas y de partido se utilizó por vez primera en las sesiones de las Cortes de Cádiz y sirvió para caracterizar a uno de los grupos allí presentes.
Entre los primeros y más destacados pensadores y políticos liberales españoles se hallaban el jurista Agustín de Argüelles, el conde de Toreno y Álvaro Flórez Estrada, entre otros. En Latinoamérica, las nuevas ideas de los ilustrados de los siglos XVII y XIX ejercieron notable influencia y tanto los escritores franceses, como los ingleses y los padres de la independencia en Estados Unidos, además de los liberales españoles, fueron conocidos, estudiados y leídos con gran fruición[9], generando una profunda influencia en su proceso de emancipación e independencia respecto de España.
EL UTILITARISMO
Utilitarismo (del latín, utilis, 'útil'), en el ámbito de la ética, la doctrina según la cual lo que es útil es bueno, y por lo tanto, el valor ético de la conducta está determinado por el carácter práctico de sus resultados. El término utilitarismo se aplica con mayor propiedad al planteamiento que sostiene que el objetivo supremo de la acción moral es el logro de la mayor felicidad para el más amplio número de personas.
En Gran Bretaña el liberalismo fue elaborado por la escuela utilitarista, principalmente por el jurista Jeremy Bentham y por su discípulo, el economista John Stuart Mill. Los utilitaristas reducían todas las experiencias humanas a placer y dolor, y sostenían que la única función del Estado consistía en incrementar el bienestar y reducir el sufrimiento pues si bien las leyes son un mal, son necesarias para evitar males mayores. El liberalismo utilitarista tuvo un efecto benéfico en la reforma del código penal británico. Bentham demostró que el duro código del siglo XVIII era antieconómico y que la indulgencia no sólo era inteligente sino también digna. Mill defendió el derecho del individuo a actuar en plena libertad, aunque sea en su propio detrimento. Su obra Sobre la libertad (1859) es una de las reivindicaciones más elocuentes y ricas de la libertad de expresión.
EL LIBERALISMO EN TRANSICIÓN
A mediados del siglo XIX, el desarrollo del constitucionalismo, la extensión del sufragio, la tolerancia frente a actitudes políticas diferentes, la disminución de la arbitrariedad gubernativa y las políticas tendentes a promover la felicidad hicieron que el pensamiento liberal ganara poderosos defensores en todo el mundo.
A pesar de su tendencia crítica hacia Estados Unidos, para muchos viajeros europeos era un modelo de liberalismo por el respeto a la pluralidad cultural, su énfasis en la igualdad de todos los ciudadanos y por su amplio sentido del sufragio. A pesar de todo, en ese momento el liberalismo llegó a una crisis respecto a la democracia y al desarrollo económico. Esta crisis sería importante para su posterior desarrollo. Por un lado, algunos demócratas como el escritor y filósofo francés Jean-Jacques Rousseau no eran liberales.
Rousseau se oponía a la red de grupos privados voluntaristas que muchos liberales consideraban esenciales para el movimiento. Por otro lado, la mayor parte de los primeros liberales no eran demócratas. Ni Locke ni Voltaire creyeron en el sufragio universal y la mayor parte de los liberales del siglo XIX temían la participación de las masas en la política pues opinaban que las llamadas clases más desfavorecidas no estaban interesadas en los valores fundamentales del liberalismo, es decir que eran indiferentes a la libertad y hostiles a la expresión del pluralismo social. Muchos liberales se ocuparon de preservar los valores individuales que se identificaban con una ordenación política y social aristocrática. Su lugar como críticos de la sociedad y como reformadores pronto sería retomada por grupos más radicales como los socialistas.
¿ Es viable a nuestra economía esta doctrina económica ?
Actualmente en nuestro país esta doctrina económica no se podría llevar a cabo, esto, por diferentes razones tales como:
En nuestro país no existe la igualdad de derechos para todos las personas, siempre hay un grupo de personas que están por encima de los demás (al menos las leyes los hacen ver de esta forma). Muchas veces las leyes y el Estado permiten que estas personas cometan todas las fechorías que se les antoje y sin embargo no es drástica al momento de juzgarlas.
En nuestro país la influencia de la Iglesia es muy notoria en las decisiones que toma el Estado, con esta razón se viola una de las características del liberalismo que es la del "no intervensionismo de la iglesia en las decisiones del Estado".
La existencia de los monopolios. Como ya todos saben en nuestros país hay grandes transnacionales que están como dueñas absolutas teniendo el control absoluto de la economía del país; sin ir muy lejos se podría mencionar a Telefónica la cual con una compra ilegal, quiere acaparar todo lo referente a telecomunicaciones formando un monopolio en las telecomunicaciones y sin embargo, estando prohibido este tipo de actos en nuestra país, los organismo reguladores y el Estado dilatan el tiempo en lugar de tomar acciones drásticas y correctivas.
Actualmente a nivel industria, solo un sector de la población es beneficiado (la clase pudiente) y esto es porque el Estado tiene un favoritismo a cierto grupo de personas a los que apoya con sus medidas económicas muchas veces dándoles impunidad para actuar.
A nivel social existe una discriminación, discriminación que se ve todos los días del año. Estas van desde avisos, comerciales, et.
En conclusión, el liberalismo como vía hacia el desarrollo solo es posible en la medida que las condiciones y requerimientos se cumplan. Dichas condiciones no se han establecido en el país; sólo están en el plano teórico y por el contrario, en nuestro medio existen grandes monopolios que por generaciones han dominado la economía del país dando muestra de que en nuestro país la igualdad de condiciones y la libertad en el sentido más amplio de su definición no se dan como para permitir el desarrollo de todas nosotros (los ciudadanos). Para una doctrina de este tipo, nos hace falta mucha cultura, nos hace falta ser personas integras, con principios y valores bien definidos; esa es la única forma de que salgamos adelante.
Cabe mencionar que esta doctrina aporta ala economía mundial del a siguiente forma:
estableciendo la no intervención de la Iglesia en gestiones del Estado. Ejemplo Estados Unidos.
La no explotación de los indígenas.
El incentivo al desarrollo de las grandes urbes con ayuda mutua.
La oposición a los monopolios.
La oposición al a estatización y el respaldo a un capitalismo equilibrado.
La oposición al abuso del poder.
La difusión del pragmatismo (llevar al ejercicio lo planteado – ejecutar lo practico).
la depuración de aquello que para la sociedad no se considera útil.
La libertad de opinión y el pluralismo de métodos en medida económica y política.
la generalización del desfrute de los derechos establecidos.
CURAY ROSALES
WILMER ALEXANDER
GOMEZ RAMÍREZ , MILAGROS GISELLE
PEREZ CCAÑIHUA , SONIA
PRADO CARBAJAL , CARLOS
UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL
ESCUELA UNIVERSITARIA DE POST GRADO
ASIGNATURA ECONOMÍA Y POLÍTICA INDUSTRIAL
La emergencia viral y el mundo de mañana. Byung-Chul Han, el filósofo surcoreano que piensa desde Berlín
Los países asiáticos están gestionando mejor esta crisis que Occidente.
Mientras allí se trabaja con datos y mascarillas, aquí se llega tarde y se levantan fronteras.
BYUNG-CHUL HAN
22 MAR 2020
El coronavirus está poniendo a prueba nuestro sistema. Al parecer Asia tiene mejor controlada la pandemia que Europa. En Hong Kong, Taiwán y Singapur hay muy pocos infectados. En Taiwán se registran 108 casos y en Hong Kong 193. En Alemania, por el contrario, tras un período de tiempo mucho más breve hay ya 15.320 casos confirmados, y en España 19.980 (datos del 20 de marzo). También Corea del Sur ha superado ya la peor fase, lo mismo que Japón. Incluso China, el país de origen de la pandemia, la tiene ya bastante controlada. Pero ni en Taiwán ni en Corea se ha decretado la prohibición de salir de casa ni se han cerrado las tiendas y los restaurantes. Entre tanto ha comenzado un éxodo de asiáticos que salen de Europa. Chinos y coreanos quieren regresar a sus países, porque ahí se sienten más seguros. Los precios de los vuelos se han multiplicado. Ya apenas se pueden conseguir billetes de vuelo para China o Corea.
Europa está fracasando. Las cifras de infectados aumentan exponencialmente. Parece que Europa no puede controlar la pandemia. En Italia mueren a diario cientos de personas. Quitan los respiradores a los pacientes ancianos para ayudar a los jóvenes. Pero también cabe observar sobreactuaciones inútiles. Los cierres de fronteras son evidentemente una expresión desesperada de soberanía. Nos sentimos de vuelta en la época de la soberanía. El soberano es quien decide sobre el estado de excepción. Es soberano quien cierra fronteras. Pero eso es una huera exhibición de soberanía que no sirve de nada. Serviría de mucha más ayuda cooperar intensamente dentro de la Eurozona que cerrar fronteras a lo loco. Entre tanto también Europa ha decretado la prohibición de entrada a extranjeros: un acto totalmente absurdo en vista del hecho de que Europa es precisamente adonde nadie quiere venir. Como mucho, sería más sensato decretar la prohibición de salidas de europeos, para proteger al mundo de Europa. Después de todo, Europa es en estos momentos el epicentro de la pandemia.
Las ventajas de Asia
En comparación con Europa, ¿qué ventajas ofrece el sistema de Asia que resulten eficientes para combatir la pandemia? Estados asiáticos como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. También confían más en el Estado. Y no solo en China, sino también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa. Sobre todo, para enfrentarse al virus los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilancia digital. Sospechan que en el big data podría encerrarse un potencial enorme para defenderse de la pandemia. Se podría decir que en Asia las epidemias no las combaten solo los virólogos y epidemiólogos, sino sobre todo también los informáticos y los especialistas en macrodatos. Un cambio de paradigma del que Europa todavía no se ha enterado. Los apologetas de la vigilancia digital proclamarían que el big data salva vidas humanas.
La conciencia crítica ante la vigilancia digital es en Asia prácticamente inexistente. Apenas se habla ya de protección de datos, incluso en Estados liberales como Japón y Corea. Nadie se enoja por el frenesí de las autoridades para recopilar datos. Entre tanto China ha introducido un sistema de crédito social inimaginable para los europeos, que permite una valoración o una evaluación exhaustiva de los ciudadanos. Cada ciudadano debe ser evaluado consecuentemente en su conducta social. En China no hay ningún momento de la vida cotidiana que no esté sometido a observación. Se controla cada clic, cada compra, cada contacto, cada actividad en las redes sociales. A quien cruza con el semáforo en rojo, a quien tiene trato con críticos del régimen o a quien pone comentarios críticos en las redes sociales le quitan puntos. Entonces la vida puede llegar a ser muy peligrosa. Por el contrario, a quien compra por Internet alimentos sanos o lee periódicos afines al régimen le dan puntos. Quien tiene suficientes puntos obtiene un visado de viaje o créditos baratos. Por el contrario, quien cae por debajo de un determinado número de puntos podría perder su trabajo. En China es posible esta vigilancia social porque se produce un irrestricto intercambio de datos entre los proveedores de Internet y de telefonía móvil y las autoridades. Prácticamente no existe la protección de datos. En el vocabulario de los chinos no aparece el término “esfera privada”.
En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Captan incluso los lunares en el rostro. No es posible escapar de la cámara de vigilancia. Estas cámaras dotadas de inteligencia artificial pueden observar y evaluar a todo ciudadano en los espacios públicos, en las tiendas, en las calles, en las estaciones y en los aeropuertos.
Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia. Cuando alguien sale de la estación de Pekín es captado automáticamente por una cámara que mide su temperatura corporal. Si la temperatura es preocupante todas las personas que iban sentadas en el mismo vagón reciben una notificación en sus teléfonos móviles. No en vano el sistema sabe quién iba sentado dónde en el tren. Las redes sociales cuentan que incluso se están usando drones para controlar las cuarentenas. Si uno rompe clandestinamente la cuarentena un dron se dirige volando a él y le ordena regresar a su vivienda. Quizá incluso le imprima una multa y se la deje caer volando, quién sabe. Una situación que para los europeos sería distópica, pero a la que, por lo visto, no se ofrece resistencia en China.
Los Estados asiáticos tienen una mentalidad autoritaria. Y los ciudadanos son más obedientes
Ni en China ni en otros Estados asiáticos como Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, Taiwán o Japón existe una conciencia crítica ante la vigilancia digital o el big data. La digitalización directamente los embriaga. Eso obedece también a un motivo cultural. En Asia impera el colectivismo. No hay un individualismo acentuado. No es lo mismo el individualismo que el egoísmo, que por supuesto también está muy propagado en Asia.
Al parecer el big data resulta más eficaz para combatir el virus que los absurdos cierres de fronteras que en estos momentos se están efectuando en Europa. Sin embargo, a causa de la protección de datos no es posible en Europa un combate digital del virus comparable al asiático. Los proveedores chinos de telefonía móvil y de Internet comparten los datos sensibles de sus clientes con los servicios de seguridad y con los ministerios de salud. El Estado sabe por tanto dónde estoy, con quién me encuentro, qué hago, qué busco, en qué pienso, qué como, qué compro, adónde me dirijo. Es posible que en el futuro el Estado controle también la temperatura corporal, el peso, el nivel de azúcar en la sangre, etc. Una biopolítica digital que acompaña a la psicopolítica digital que controla activamente a las personas.
En Wuhan se han formado miles de equipos de investigación digitales que buscan posibles infectados basándose solo en datos técnicos. Basándose únicamente en análisis de macrodatos averiguan quiénes son potenciales infectados, quiénes tienen que seguir siendo observados y eventualmente ser aislados en cuarentena. También por cuanto respecta a la pandemia el futuro está en la digitalización. A la vista de la epidemia quizá deberíamos redefinir incluso la soberanía. Es soberano quien dispone de datos. Cuando Europa proclama el estado de alarma o cierra fronteras sigue aferrada a viejos modelos de soberanía.
La lección de la epidemia debería devolver la fabricación de ciertos productos médicos y farmacéuticos a Europa
No solo en China, sino también en otros países asiáticos la vigilancia digital se emplea a fondo para contener la epidemia. En Taiwán el Estado envía simultáneamente a todos los ciudadanos un SMS para localizar a las personas que han tenido contacto con infectados o para informar acerca de los lugares y edificios donde ha habido personas contagiadas. Ya en una fase muy temprana, Taiwán empleó una conexión de diversos datos para localizar a posibles infectados en función de los viajes que hubieran hecho. Quien se aproxima en Corea a un edificio en el que ha estado un infectado recibe a través de la “Corona-app” una señal de alarma. Todos los lugares donde ha habido infectados están registrados en la aplicación. No se tiene muy en cuenta la protección de datos ni la esfera privada. En todos los edificios de Corea hay instaladas cámaras de vigilancia en cada piso, en cada oficina o en cada tienda. Es prácticamente imposible moverse en espacios públicos sin ser filmado por una cámara de vídeo. Con los datos del teléfono móvil y del material filmado por vídeo se puede crear el perfil de movimiento completo de un infectado. Se publican los movimientos de todos los infectados. Puede suceder que se destapen amoríos secretos. En las oficinas del ministerio de salud coreano hay unas personas llamadas “tracker” que día y noche no hacen otra cosa que mirar el material filmado por vídeo para completar el perfil del movimiento de los infectados y localizar a las personas que han tenido contacto con ellos.
Ha comenzado un éxodo de asiáticos en Europa. Quieren regresar a sus países porque ahí se sienten más seguros
Una diferencia llamativa entre Asia y Europa son sobre todo las mascarillas protectoras. En Corea no hay prácticamente nadie que vaya por ahí sin mascarillas respiratorias especiales capaces de filtrar el aire de virus. No son las habituales mascarillas quirúrgicas, sino unas mascarillas protectoras especiales con filtros, que también llevan los médicos que tratan a los infectados. Durante las últimas semanas, el tema prioritario en Corea era el suministro de mascarillas para la población. Delante de las farmacias se formaban colas enormes. Los políticos eran valorados en función de la rapidez con la que las suministraban a toda la población. Se construyeron a toda prisa nuevas máquinas para su fabricación. De momento parece que el suministro funciona bien. Hay incluso una aplicación que informa de en qué farmacia cercana se pueden conseguir aún mascarillas. Creo que las mascarillas protectoras, de las que se ha suministrado en Asia a toda la población, han contribuido de forma decisiva a contener la epidemia.
Los coreanos llevan mascarillas protectoras antivirus incluso en los puestos de trabajo. Hasta los políticos hacen sus apariciones públicas solo con mascarillas protectoras. También el presidente coreano la lleva para dar ejemplo, incluso en las conferencias de prensa. En Corea lo ponen verde a uno si no lleva mascarilla. Por el contrario, en Europa se dice a menudo que no sirven de mucho, lo cual es un disparate. ¿Por qué llevan entonces los médicos las mascarillas protectoras? Pero hay que cambiarse de mascarilla con suficiente frecuencia, porque cuando se humedecen pierden su función filtrante. No obstante, los coreanos ya han desarrollado una “mascarilla para el coronavirus” hecha de nano-filtros que incluso se puede lavar. Se dice que puede proteger a las personas del virus durante un mes. En realidad es muy buena solución mientras no haya vacunas ni medicamentos. En Europa, por el contrario, incluso los médicos tienen que viajar a Rusia para conseguirlas. Macron ha mandado confiscar mascarillas para distribuirlas entre el personal sanitario. Pero lo que recibieron luego fueron mascarillas normales sin filtro con la indicación de que bastarían para proteger del coronavirus, lo cual es una mentira. Europa está fracasando. ¿De qué sirve cerrar tiendas y restaurantes si las personas se siguen aglomerando en el metro o en el autobús durante las horas punta? ¿Cómo guardar ahí la distancia necesaria? Hasta en los supermercados resulta casi imposible. En una situación así, las mascarillas protectoras salvarían realmente vidas humanas. Está surgiendo una sociedad de dos clases. Quien tiene coche propio se expone a menos riesgo. Incluso las mascarillas normales servirían de mucho si las llevaran los infectados, porque entonces no lanzarían los virus afuera.
En la época de las ‘fake news’, surge una apatía hacia la realidad. Aquí, un virus real, no informático, causa conmoción
En los países europeos casi nadie lleva mascarilla. Hay algunos que las llevan, pero son asiáticos. Mis paisanos residentes en Europa se quejan de que los miran con extrañeza cuando las llevan. Tras esto hay una diferencia cultural. En Europa impera un individualismo que trae aparejada la costumbre de llevar la cara descubierta. Los únicos que van enmascarados son los criminales. Pero ahora, viendo imágenes de Corea, me he acostumbrado tanto a ver personas enmascaradas que la faz descubierta de mis conciudadanos europeos me resulta casi obscena. También a mí me gustaría llevar mascarilla protectora, pero aquí ya no se encuentran.
En el pasado, la fabricación de mascarillas, igual que la de tantos otros productos, se externalizó a China. Por eso ahora en Europa no se consiguen mascarillas. Los Estados asiáticos están tratando de proveer a toda la población de mascarillas protectoras. En China, cuando también ahí empezaron a ser escasas, incluso reequiparon fábricas para producir mascarillas. En Europa ni siquiera el personal sanitario las consigue. Mientras las personas se sigan aglomerando en los autobuses o en los metros para ir al trabajo sin mascarillas protectoras, la prohibición de salir de casa lógicamente no servirá de mucho. ¿Cómo se puede guardar la distancia necesaria en los autobuses o en el metro en las horas punta? Y una enseñanza que deberíamos sacar de la pandemia debería ser la conveniencia de volver a traer a Europa la producción de determinados productos, como mascarillas protectoras o productos medicinales y farmacéuticos.
A pesar de todo el riesgo, que no se debe minimizar, el pánico que ha desatado la pandemia de coronavirus es desproporcionado. Ni siquiera la “gripe española”, que fue mucho más letal, tuvo efectos tan devastadores sobre la economía. ¿A qué se debe en realidad esto? ¿Por qué el mundo reacciona con un pánico tan desmesurado a un virus? Emmanuel Macron habla incluso de guerra y del enemigo invisible que tenemos que derrotar. ¿Nos hallamos ante un regreso del enemigo? La “gripe española” se desencadenó en plena Primera Guerra Mundial. En aquel momento todo el mundo estaba rodeado de enemigos. Nadie habría asociado la epidemia con una guerra o con un enemigo. Pero hoy vivimos en una sociedad totalmente distinta.
En realidad hemos estado viviendo durante mucho tiempo sin enemigos. La guerra fría terminó hace mucho. Últimamente incluso el terrorismo islámico parecía haberse desplazado a zonas lejanas. Hace exactamente diez años sostuve en mi ensayo La sociedad del cansancio la tesis de que vivimos en una época en la que ha perdido su vigencia el paradigma inmunológico, que se basa en la negatividad del enemigo. Como en los tiempos de la guerra fría, la sociedad organizada inmunológicamente se caracteriza por vivir rodeada de fronteras y de vallas, que impiden la circulación acelerada de mercancías y de capital. La globalización suprime todos estos umbrales inmunitarios para dar vía libre al capital. Incluso la promiscuidad y la permisividad generalizadas, que hoy se propagan por todos los ámbitos vitales, eliminan la negatividad del desconocido o del enemigo. Los peligros no acechan hoy desde la negatividad del enemigo, sino desde el exceso de positividad, que se expresa como exceso de rendimiento, exceso de producción y exceso de comunicación. La negatividad del enemigo no tiene cabida en nuestra sociedad ilimitadamente permisiva. La represión a cargo de otros deja paso a la depresión, la explotación por otros deja paso a la autoexplotación voluntaria y a la autooptimización. En la sociedad del rendimiento uno guerrea sobre todo contra sí mismo.
Umbrales inmunológicos y cierre de fronteras.
Pues bien, en medio de esta sociedad tan debilitada inmunológicamente a causa del capitalismo global irrumpe de pronto el virus. Llenos de pánico, volvemos a erigir umbrales inmunológicos y a cerrar fronteras. El enemigo ha vuelto. Ya no guerreamos contra nosotros mismos, sino contra el enemigo invisible que viene de fuera. El pánico desmedido en vista del virus es una reacción inmunitaria social, e incluso global, al nuevo enemigo. La reacción inmunitaria es tan violenta porque hemos vivido durante mucho tiempo en una sociedad sin enemigos, en una sociedad de la positividad, y ahora el virus se percibe como un terror permanente.
Pero hay otro motivo para el tremendo pánico. De nuevo tiene que ver con la digitalización. La digitalización elimina la realidad. La realidad se experimenta gracias a la resistencia que ofrece, y que también puede resultar dolorosa. La digitalización, toda la cultura del “me gusta”, suprime la negatividad de la resistencia. Y en la época posfáctica de las fake news y los deepfakes surge una apatía hacia la realidad. Así pues, aquí es un virus real, y no un virus de ordenador, el que causa una conmoción. La realidad, la resistencia, vuelve a hacerse notar en forma de un virus enemigo. La violenta y exagerada reacción de pánico al virus se explica en función de esta conmoción por la realidad.
La reacción pánica de los mercados financieros a la epidemia es además la expresión de aquel pánico que ya es inherente a ellos. Las convulsiones extremas en la economía mundial hacen que esta sea muy vulnerable. A pesar de la curva constantemente creciente del índice bursátil, la arriesgada política monetaria de los bancos emisores ha generado en los últimos años un pánico reprimido que estaba aguardando al estallido. Probablemente el virus no sea más que la pequeña gota que ha colmado el vaso. Lo que se refleja en el pánico del mercado financiero no es tanto el miedo al virus cuanto el miedo a sí mismo. El crash se podría haber producido también sin el virus. Quizá el virus solo sea el preludio de un crash mucho mayor.
Zizek afirma que el virus asesta un golpe mortal al capitalismo, y evoca un oscuro comunismo. Se equivoca
Žižek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal, y evoca un oscuro comunismo. Cree incluso que el virus podría hacer caer el régimen chino. Žižek se equivoca. Nada de eso sucederá. China podrá vender ahora su Estado policial digital como un modelo de éxito contra la pandemia. China exhibirá la superioridad de su sistema aún con más orgullo. Y tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza. Y los turistas seguirán pisoteando el planeta. El virus no puede reemplazar a la razón. Es posible que incluso nos llegue además a Occidente el Estado policial digital al estilo chino. Como ya ha dicho Naomi Klein, la conmoción es un momento propicio que permite establecer un nuevo sistema de gobierno. También la instauración del neoliberalismo vino precedida a menudo de crisis que causaron conmociones. Es lo que sucedió en Corea o en Grecia. Ojalá que tras la conmoción que ha causado este virus no llegue a Europa un régimen policial digital como el chino. Si llegara a suceder eso, como teme Giorgio Agamben, el estado de excepción pasaría a ser la situación normal. Entonces el virus habría logrado lo que ni siquiera el terrorismo islámico consiguió del todo.
El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia. La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta.
Byung-Chul Han es un filósofo y ensayista surcoreano que imparte clases en la Universidad de las Artes de Berlín. Autor, entre otras obras, de ‘La sociedad del cansancio’, publicó hace un año ‘Loa a la tierra’, en la editorial Herder.
Traducción de Alberto Ciria.
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