30 de diciembre de 2017

EL HERMANO DE JUAN




Ayer, mataron al hermano de Juan. Tenía 13 años y su dignidad en la mano. Un bastón de mando de la guardia indígena del resguardo en el que vivió con sus sueños, sus padres y su hermano Juan. Hasta que lo mataron sin decirle por qué, sin enterarse cómo, sin dejarle preguntarse qué soñaba hacer con su vida. 
Tenía sueños y un par de amores para saludar en las mañanas; también, es cierto que desde pequeñito tenía miedo… 
Ni siquiera, alcanzó a decir ¡No! Tampoco tuvo tiempo de comprender que era ¡No! Lo que quería decir en ese momento. 
- ¡No quiero que me maten! ¡Elijo, quiero vivir; es lo que prefiero! 
Sólo se le permitió decir: 
- ¡NO PUEDO! En realidad; antes de caer muerto en el maizal de los abuelos; sin más, alcanzó a decir: 
 - ¡NO PUE…! 
Juan; no entiende nada de eso de la muerte de su hermano en el maizal; porque en el maizal sólo se percibía ese aroma de la vida cuando está por empezar a dar las primeras guayabas dulces de la niñez fresca que se alborota en la mañana bañándose en el río.  L@s otr@s, nosotr@s; tampoco, comprendemos…  
En lo de la “JUSTICIA”, dijeron: 
- “No sabemos nada… Del origen de esas balas; fueron disparadas al aire”... DE LOS PULMONES…
Más tarde; cuando Juan insistía en buscar una explicación, una razón para que su hermano ya no estuviera con él; le advirtieron: 
- “Haga de cuenta que su hermano no existió y lárguese… No pregunte más; o lo acostamos así tempranito a usted también en el maizal, ahí mismito”.
Juan, sigue sin entender qué le quieren decir con acostar, temprano en el maizal ¿mismito?
Juan; anda muy triste, como partido en mil pedazos que no podemos recoger entre miles que nos ofrecimos a ayudarlo con sus fragmentos. Nos dijo que nos ayudaría también a nosotr@s a juntar nuestros trozos… 
Hace años andamos recogiendo trozo a trozo; buscando la parte y la otra parte, pegando cada pedazo que encontramos con altísima dificultad pero no hemos alcanzado a reconstruir mucho; pues el pegamento que nos vendieron lo traen de china y es muy líquido o se vence antes de secarse, no pega, no pega y no pega. 
Además; han enviado batallones de soldados, Esmad, policías, paramilitares y guerrilleros a supervisar cada parte pegada para volver a romperla, para impedir que nos juntemos, a acostar a otr@s en el maizal. No comprendemos el juego de éste puzzle en el que no logramos encajar, recomponernos, reconocernos, juntarnos; como las partes rotas que nos siguen desmembrando. 
Seguimos destrozados en el borde de la laguna. Mirando las garzas, refrescando la mirada, escuchando al duende llorar; esperando a que la tierra crezca con la gente, a ver si se nos ocurre una forma de que se vaya la muerte del maizal de los abuelos… Las raíces nos suben y nos bajan durante la noche entera, eterna noche sin tierra, dignidad, alimento digno… Pero las raíces están molidas, magulladas, doloridas, maltratadas, muertas, heridas y nada nos dicen de como juntar, juntar, juntar…                 

 Un retrato vivo... En memoria de los enterrados vivos en Colombia…

“LA COMARCA HERIDA”…

 SIL VIA    

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