7 de abril de 2015


La araña, teje su casa; el pájaro, juega a vivir en el árbol. El hombre, se esconde de la naturaleza que lo abrigaba, huye de su hogar a una casa, se aburre en cárceles de barrotes “que imaginó” alguna vez sin poder des-dibujarlos, teme y construye edificios, casas, hospitales y horrendas cárceles que llena de basura radioactiva, plastificada y certificada. Para curar la guerra, propone guerra; el hombre, inmortaliza la historia de la muerte con su mandato vertical volcado y la mujer lo ayuda y lo avala en su carrera de muerte. La historia; así lee, al hombre.

El humano, desde mucho antes que se diera cuenta de su falta de garras; no temía a su semejante animal, y hasta hoy no le mata de miedo, por miedo; el humano es humana y humanito, planta, agua, cielo, planetas, flores, frutas, piedras y río, sol y nube... La caminata de siglos, se desvía del humano al hombre y se oculta; lo humano, temblando de miedo, fatigado y amarrado; en la apariencia de “una señora chismosa llamada razón”; se pierde de vista, aquel rostro humano/humana; bajo caretas imposibles de amalgamas armadas de miedo fiero. En la ribera del río, entre el sublime matorral de montañas inmensas, el humano salta al río, al sol al viento y se hace naturaleza en movimiento: viento, nada, polvo. S.P.