La araña, teje su casa; el pájaro,
juega a vivir en el árbol. El hombre, se esconde de la naturaleza
que lo abrigaba, huye de su hogar a una casa, se aburre en cárceles
de barrotes “que imaginó” alguna vez sin poder des-dibujarlos,
teme y construye edificios, casas, hospitales y horrendas cárceles
que llena de basura radioactiva, plastificada y certificada. Para
curar la guerra, propone guerra; el hombre, inmortaliza la historia
de la muerte con su mandato vertical volcado y la mujer lo ayuda y lo
avala en su carrera de muerte. La historia; así lee, al hombre.
El humano, desde mucho antes que se
diera cuenta de su falta de garras; no temía a su semejante animal,
y hasta hoy no le mata de miedo, por miedo; el humano es humana y
humanito, planta, agua, cielo, planetas, flores, frutas, piedras y
río, sol y nube... La caminata de siglos, se desvía del humano al
hombre y se oculta; lo humano, temblando de miedo, fatigado y
amarrado; en la apariencia de “una señora chismosa llamada razón”;
se pierde de vista, aquel rostro humano/humana; bajo caretas
imposibles de amalgamas armadas de miedo fiero. En la ribera del río,
entre el sublime matorral de montañas inmensas, el humano salta al
río, al sol al viento y se hace naturaleza en movimiento: viento,
nada, polvo. S.P.