13 de enero de 2014

“Leyendo a Quevedo”,


Cenaron y cenamos todos
y no cenó ninguno.
Francisco de Quevedo



Bajo el umbral de la noche
con el estómago en el cerebro
jugando a comer aire
una noche nos comieron los ojos
luego la lengua
y al despertar
solo nuestras manos miraban y sentían.
Nos dijeron que era bueno
y nos acordamos de Dios.
Pero ÉL trabajó y descansó.
Nosotros no sabemos de domingos
solo de esa noche cuando nos dijeron que era bueno.
Desde entonces andamos a tropezones con nuestra ignorancia.



en La memoria iluminada: poesía mapuche contemporánea


Miriam Torres Millán

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